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Libros de cine: Otra pasión del cinéfilo

Por Jorge Luis Scherer

Umberto Eco, acostumbraba a lamentarse de que el mundo estaba lleno de libros preciosos que nadie leía. La cosa no merece discusión, quién mejor que él, aunque esté difunto, para aseverarlo. Sin embargo, para el cinéfilo, el estudioso, el amante y  apasionado de lo que se ve en la pantalla y el mundo que está detrás de ella, los libros de cine son un bien precioso, se leen y resultan un buen negocio editorial, incluso, en Buenos Aires hay librerías especializadas que venden únicamente libros y revistas de cine.

Es indescriptible el gran  aporte artístico, técnico e intelectual que han dado los libros de cine a los que aman al séptimo arte. Los que sienten y viven el cine como una  profesión, el caso de los realizadores,  fotógrafos, guionistas, escenógrafos, etc.,  han recurrido siempre a los textos más variados, porque el cine es como un todo, se mete en el universo de todas las artes y disciplinas para crear un nuevo mundo. Para los estudiantes de cine es una obligación placentera, como lo es leer y analizar el extenso reportaje de Truffaut al maestro del suspenso en “El cine según Hitchcock”,  o el célebre “Días de una cámara”, escrito por Néstor Almendros, uno de los más notables directores de fotografía de todos los tiempos, es cierto que las cámaras cambiaron y el digital produjo  una revolución, pero los testimonios de Almendros siempre serán una enseñanza.  Y  los más, la mayoría, el cinéfilo común, que a lo mejor comenzó leyendo la “Historia del Cine ”de Roman Gubern, y allí descubrió a grandes realizadores y se interesó por Orson Welles,  y le recomendaron el libro de Peter Bogdanovich sobre el creador de “El Ciudadano”, o se divirtió con las historias de Billy Wilder en “Nadie es perfecto”, y ahora lee asombrado “Narraciones para cine” de Andrei Tarkovski, esos guiones literarios, poéticos, de valores conceptuales, como si fueran un nuevo género en la literatura. Ese cinéfilo es el que agudiza sus criterios, y no sólo está actualizado con lo que aparece en la pantalla o lo que puede conseguir por internet, títulos  que las salas por razones comerciales no se los da, ese cinéfilo, también, si el bolsillo se lo permite – especialmente porque los libros de cine, sin explicación alguna, siempre son más caros-   es un visitante de las librerías .Y la variedad de lo que se publica y se ha publicado, realmente sorprende. Así como se editó  un libro sobre la película  de Samuel Beckett, “Film” (1964), que no tiene  diálogos y sonidos, podemos encontrar libros sobre “ Cine y Medicina”o  incursionar en enseñanzas ocultas en el cine de hoy con “Platón y el cine”, donde la famosa  “Alegoría de la Caverna “ contada por Sócrates, planteó su respuesta al problema de lo real y lo ilusorio. Recuerdo,  haber oído en un documental a Bernardo Bertolucci decir que el mito de la caverna no difiere de lo que sucede en una sala, que ese mito  es el cine mismo.

LOS QUE SEÑALARON EL CAMINO

“Memorias de un cinéfilo”, escrito por el célebre Henri Langlois, quien fue uno de los fundadores de la Cinemateca Francesa en 1936 (empezaron con 10 películas y en 1970 tenían 60 mil), libro  que ahora circula en una nueva edición, es útil para valorar a este hombre que dedicó su vida  a la conservación y restauración de películas como si fuera un  misionero, y da cuenta de la importancia del libro.  En nuestro Río de la Plata, los cineclubes y las cinematecas fueron impulsores en la difusión del libro de cine, muchas veces a través de sus propias revistas y cuadernos especializados. La experiencia del Cine Club Buenos Aires, impulsada por León Klimovsky y en el marco de la Asociación Amigos del Arte, sólo duró entre 1929 y 1931, pero fue un paso importante para el nacimiento de otros cineclubes como el de Gente de Cine, creado  por Rolando Fustiñaga (Roland),que bajo el título homónimo tuvo su revista en 1950,  donde escribían Calki, Edmundo Eichelbaum y Nicolás Mancera. En 1960 lanzó los Cuadernos Gente de Cine, editados por Enrique Raab.  El Cine Club Núcleo, fundado en 1952 por Salvador Sammaritano, y hoy en plena actividad dirigido por su hijo Alejandro, lleva 65 años sin interrupciones, seguramente no hay otro antecedente en el mundo. Núcleo, lanzó en 1960 la revista “Tiempo de Cine”, cuyo consejo directivo estaba compuesto por Salvador Sammaritano, Víctor Iturralde, José Agustín Mahieu y Héctor Vena. El dibujante era Quino y los críticos: Edgardo Cozarinsky, Mabel Itzcovich , Carlos Burone, Tomás Eloy Martínez y Domingo Di Núbila. En ese 1960 también Cozarinsky  junto a Alberto Tabbia, dirigieron una revista con forma de libro llamado “Flashback”, que en su número 2, Cozarinsky comenta el libro “Reflexion Faite” (algo así como : Pensándolo bien) que escribió René Clair y publicó en su lengua original en 1951. El comentario vale, porque Cozarinsky dice que se trata de uno de los libros más originales que el cine haya inspirado, y que resulta una experiencia enriquecedora.  René Clair confronta los viejos textos escritos por él  cuando era un crítico joven, provocativo y entusiasta, con los del hombre maduro 25 años después. Es notable como corrige conceptos, calificaciones y también corrobora y amplía. La visión en dos tiempos distintos para las mismas obras. v

Sin lugar a dudas, “Cahiers du Cinema, nacida en 1951, con el crítico y teórico André Bazin como uno de sus fundadores, fue modelo en muchos sentidos para el surgimiento de este tipo de publicaciones en el mundo entero. “Cinema Nuovo –Edición Latinoamericana”, dirigida por Guido Aristarco y con Salvador Sammaritano en el comité de redacción, tuvo el espíritu de la crítica francesa.  Empezó a salir en 1964 y tuvo una alta repercusión, dado que Aristarco gozaba de prestigio entre los cineastas y autores europeos, y ellos escribían directamente para este medio, o respondían a modo de cartas las inquietudes de Aristarco sobre el  nuevo cine. Y escribían tipos como Antonioni, Leonardo Sciascia, Paolo y Vittorio Taviani, y Norberto Bobbio, entre otros.

“Hay avidez por el buen cine”, se decía en el editorial de “Cinecrítica” en el año 1960. Fernando Birri y Lautaro Murúa , componían el consejo de la revista. En esa presentación se hablaba del éxito popular de “El arpa birmana”, y de las inconclusas polémicas en torno a “Hiroshima mon amour”. No olvidemos que en cines como el Lorraine ,de la avenida Corrientes, programado por el histórico Alberto Kipnis, se completaban todas las funciones para ver películas de Bergman , Visconti o Wajda.

 

LOS BUENOS CAMINANTES.

Los primeros y buenos caminantes del período mudo y de comienzos del sonoro, teorizaron sobre el cine en libros  que fueron fundamentales para las generaciones posteriores.  Especialmente los realizadores rusos han dejado obras de gran importancia como los de Serguei Einsestein: “El sentido del cine”,“Cinematismo” y “Palabra e Imagen”.  Vale mencionar que hace poco, en 2014,  una editorial de Barcelona publicó un notable trabajo de Eisenstein sobre el pintor cretense El Greco. Para Eisenstein, El Greco tenía una mirada cinematográfica en el manejo del espacio, la perspectiva, el color, y el montaje.  De Pudovkin fue muy difundido su libro “El actor en el film” y de Vertov, ediciones La Flor publico en los años 70 artículos, proyectos y diarios de este extraordinario hombre de la cámara. Las  decenas de libros teóricos  sobre este  período,  dejaron  huellas en los futuros profesionales del cine y la cinefilia en general, lo que dio lugar al surgimiento de nuevos autores cinematográficos. “El lenguaje del cine” publicado en 1955 en Francia, fue escrito por el crítico Marcel Martín, y el prólogo en la edición argentina  fue redactado por Simón Feldman (autor de varios libros sobre técnica y lenguaje en los 70) que lo definió así: “un inventario preciso, detallado y sistemático de las características del lenguaje cinematográfico”. En la misma época, se publicó “¿Qué es el cine? de André Bazín cuyos cuatro volúmenes fueron apareciendo entre 1958 y 1963, y  Edgar Morín,  definió a su libro “El cine o el hombre imaginario”(1956) como un ensayo antropológico . Esta obra fue  muy elogiado por la intelectualidad de los 60, hay un video sobre  una charla que mantienen en Francia Julio Cortázar, Roa Bastos  y Juan José Saer, donde se destaca la gravitación de este libro. Las experiencias en el montaje de Pudovkin, Kulechov y Einsenstein, fueron estudiadas y analizadas por las nuevas generaciones y además  se sumaron  nuevos criterios para la  edición,  como  “Técnica del Montaje Cinematográfico”, libro del realizador británico Karel Reisz. Así también, Walter Murch, escribió una obra fundamental sobre el montaje “En el momento del parpadeo”, haciendo hincapié en la pregunta: ¿Por qué funcionan los cortes?.. En “Así se hacen las películas”, publicado en la década del 90, el realizador norteamericano  Sidney Lumet, recurre a su memoria  para dejar una obra que conlleva medio siglo de experiencias personales en resolver problemas en la dirección.  De Michel Chion , que ha publicado muchos estudios y ensayos dedicados a la imagen, la música y el sonido, tiene obras apasionantes como “La audivisión”y “La voz en el cine”.

 

EL MUNDO DE LAS SOMBRAS Y LOS ESPEJOS.

Pocas veces dos libros de cine definieron un período cultural y la sociedad de una época, como fueron “De Caligari a Hitler” de Siegfried Kracauer, publicado en 1947 y con una primera edición castellana en 1961, y “La Pantalla Diabólica” de Lotte Eisner, publicado en 1952 , editado en la Argentina en 1955, en una colección de cine de ediciones Losange a cargo de Mabel Itzcovich. Ambos libros abarcan el período más rico del cine alemán. Kracauer se remite al título por el estreno de “El Gabinete del Dr. Caligari”en 1919 y extiende este ensayo de la historia psicológica del cine germano, hasta la asunción de Hitler en 1933. Lotte Eisner, una de las primeras mujeres críticas de cine en el mundo, amiga de figuras claves como Murnau y Fritz Lang, traza un panorama de la cinematografía  del primer tercio del siglo XX , donde se destaca  el Expresionismo y la influencia de Max Reinhardt sobre el movimiento. Con el tiempo, Lotte Eisner se convirtió en un ícono para los jóvenes realizadores como Win Wenders, que le dedica “París- Texas” y Werner Herzog, que hace lo mismo en “El enigma de Kaspar Hauser”. La relación con Herzog, fue tan fraternal que al enterarse el cineasta en 1974 que Lotte estaba muy enferma y que probablemente moriría, se propuso caminar desde Munich, ciudad donde se encontraba, hasta París, donde residía Lotte. La promesa tenía el propósito de evitar la muerte de ese ser precioso.  Esa caminata por algo más de veinte días lo incentivó a publicar en 1978, el libro “Del caminar sobre hielo”, que en 2015 se editó en la Argentina. De lo último sobre este cineasta  se encuentra el  “Manual de Supervivencia”, que está conformado por una serie de entrevistas al cineasta, y “Herzog por Herzog”.

 RIOPLATENSES Y DE TIERRAS CERCANAS.

El Cine Club de Montevideo fue fundado en 1948,  en 1960 comenzó a publicar los Cuadernos de Cine Club, que se convirtieron en una joya para los cinéfilos  por el alto nivel de sus integrantes. Homero Alsina Thevenet, Emir Rodríguez Monegal y Mario Benedetti, fueron las cabezas  del prestigioso staff. El crítico Thevenet, que vivió muchos años en la Argentina, fue una de las personas más apreciadas en el medio periodístico y cinematográfico. Publicó varios libros, muchos de ellos continúan siendo de rigurosa consulta, como “Listas negras de Hollywood”, sobre los tiempos de la persecución macartista, también resultan insoslayables sus notas en “El libro de El Ciudadano” donde se plantean las disidencias entre Welles y Mankiewicz  durante la escritura  del guion de esta gran obra.  “Cine sonoro americano y los Oscar de Hollywood”, o “Historia de Películas”, un libro cautivante lleno de curiosidades, y su “Chaplin”, son parte de los fecundos trabajos de su autoría.

El ensayista, investigador, profesor, restaurador y coleccionista de cine, Fernando Martín Peña, a mi entender “el hombre que sabe demasiado”, fue autor de un libro precioso “Metrópolis, que escribió como si fuera una novela policial, sobre la investigación de una copia perdida en Buenos Aires de la obra de Fritz Lang, que le dio título al libro, y que al encontrarla  se convirtió en todo un acontecimiento por tener 26 minutos inéditos con escenas que no estaban en  las cinematecas de Alemania y el resto del mundo. Lamentablemente el libro está agotado y no visos que hablen de una pronta reedición. Peña, también es autor de “100 años de Cine Argentino” de “Generaciones 60/90”, y “El cine quema: Raymundo Gleyzer”, entre otros.

Y si hablamos de realizadores  de otras tierras cercanas , están editados  bajo el título “La Revolución es una Eztetyka”, interesantísimos artículos y ensayos escritos por Glauber Rocha durante los años 60, tiempos  del cine tercemundista . En 2004, el Malba – colección Costantini- publicó “Glauber Rocha, del hambre al Sueño”, una obra política y de pensamiento sobre el notable cineasta brasileño, un trabajo desarrollado por varios autores.

 

EL CINE DE LOS GRANDES MAESTROS

Mucho se ha editado de Ingmar Bergman, uno de los realizadores  más célebres y admirados en la Argentina y el Uruguay. También sus libros han tenido éxito, como el caso de “La Linterna Mágica”, “Imágenes” y la novela “Las mejores intenciones”.  También se han publicado los guiones de sus obras principales como “Cara a cara”, “Cuando huye el día,y “El séptimo sello”, entre otras, y trabajos biográficos y entrevistas. De Andrei Tarkovski, lo último editado son las maravillosas “Narraciones para cine”, y “Atrapad la vida”, donde el cineasta rememora sus rodajes. Después de muchos años de espera se reedito el año pasado su libro más importante “Esculpir en el Tiempo”, que estuvo agotado desde el año 1991. También puede conseguirse, en ediciones españolas, “Martirologio- diarios” y el guión literario de “Andrei Rubliov”. Se destacan también varios trabajos biográficos, algunos muy difíciles de conseguir, como “Acerca de Tarkovski”, donde dan testimonio artistas de la talla de Erland Josephson , o el director de fotografía Sven Nykvist,  que en 1997 publicó su propio libro “Culto a la luz”, destacando sus trabajos para Tarkovski, Bergman, y Woody Allen.

De los críticos y teóricos de “Cahiers du Cinema” luego convertidos en  cineastas de la “nouvelle vague”, hay muchos libros disfrutables. “Las películas de mi vida”, contadas por Francoise Truffaut, y  “El placer de la mirada”, publicado en francés en 1987 y en 1999 en castellano, que es una recopilación de artículos donde Truffaut rinde  homenajes, construye  retratos de cineastas y estrellas, y habla de literatura y cine. De Eric Rohmer se encuentra el primer libro que se le consagró a  Hitchcock, lo escribió  junto a Claude Chabrol, compañero en la mítica revista,  se editó en 1957, cuando Hitch ya había realizado 44 filmes. De Rohmer está publicado también “El gusto por la belleza”, que es una selección de artículos aparecidos en diferentes publicaciones francesas. La editora Paidós, permanentemente dedicada al arte, publicó una antología de artículos de Cahiers du Cinema, bajo el título de “Teoría y crítica del cine”, con escritos de Godard, Bonitzer, Deleuze, Ranciere, Serge Daney, Michel Chion, entre otros, y entre ellos está el que escribió en 1961 Jacques Rivette  bajo el título “De la abyección”, un comentario durísimo contra Gillo Pontecorvo acusándolo de inmoral por un travelling “mal intencionado”  en su película “Kapo”. Y lo cita a Godard, quien había dicho que “los travellings son una cuestión moral”. Y ya que estamos con Godard, de quien existe una bibliografía sorprendente, se ha editado el libro “A propósito de Godard” donde Harun Farocki y Kaja Silverman conversan sobre el cineasta y analizan en profundidad ocho de sus filmes.

La bibliografía sobre grandes directores norteamericanos es casi interminable: Kubrick, Coppola, Scorsese, Allen, Wells. Sobre  John Ford existen dos excelentes trabajos, el de Peter Bogdanovich y el de Quim Casas, publicado por Dirigido. El de memorias de John Huston “A libro Abierto”, está repleto de anécdotas interesantísimas, especialmente cuando preparó su película “Freud”, describe  los avatares con el filósofo Jean-Paul Sartre, en su rol de guionista, y el sufrimiento que le causó trabajar con el desmesurado Montgomery Cliff.

Sobre el británico Alfred Hitchcock, siguen teniendo vigencia los trabajos biográficos de Donald Spoto en “Alfred Hitchcock: la cara oculta del genio” y “Las damas de Hitchcock”. Otro gran libro son las memorias de Luis Buñuel en “Mi último suspiro”, y el de Max Aub, “Conversaciones con Buñuel”. Las “Memorias de Leni Riefenstahl”, es mucho más que un libro interesante, aunque la directora y actriz germana, realizadora de la genial “Olimpia”, fue  cabeza del cine de propaganda  del III Reich,  y figura confiable  de Adolf Hitler. Seguramente, en esas memorias  mintió  en varios de sus tramos para no quedar tan pegada con el nazismo.  “Fellini por Fellini” y “Amarcord” junto a Tonino Guerra, son parte de la literatura que hay sobre el cineasta italiano, sin olvidar la correspondencia con su amigo belga y escritor que se convirtió en un sabroso libro:”Queridísimo Simenon. Mi querido Fellini”, cartas (1960-1989). El ensayista y crítico Jacques Ranciere, se ocupó hace unos pocos años del realizador húngaro Béla Tarr, en un trabajo de análisis que cierra con la última y fascinante película “El caballo de Turín”. El libro de Ranciere, titulado “Béla Tarr. Después del final”, se introduce en el  mundo filosófico de este autor quien declaró que su último filme es la descripción de un presente más allá del cual ya no hay más futuro que esperar. El filme del fin de los tiempos.

                                                                                    Artículo de Jorge Luis Scherer-periodista,profesor de literatura y cine- para Ultracine.