Por Jorge Luis Scherer
Tenía el don de la oratoria, y supo cómo trasladarlo al campo de batalla. Su primer discurso en la Cámara de los Comunes, como primer ministro, duró apenas siete minutos, pero fue tan magistral como el de Lincoln después de la batalla de Gettysburg. Winston Spencer Churchill, el político egocéntrico, bebedor, maltratador de secretarias y servidumbre, polemista despiadado y fanático defensor del Imperio Británico, aunque eso demandara actos inhumanos, dijo, en ese discurso que suscitó en el pueblo una resistencia heroica contra los vándalos nazis que azotaban Europa: “No tengo nada que ofrecer más que sangre, fatigas, lágrimas y sudor”. Una frase que trascendió las épocas, quedando reducida a la popular “sangre, sudor y lágrimas”. Ese fue también el acertado título en castellano de “In which we serve” (1942), una emotiva película dirigida por David Lean y Noel Coward, sobre el trágico hundimiento de un destructor inglés por los alemanes durante la Segunda Guerra.
El realizador británico Joe Wright en “Las Horas más Oscuras”, filme basado en el libro y el guión de Anthony McCarten, con seis nominaciones para el Oscar, incluyendo el de película y actor principal, desarrolla principalmente los acontecimientos que se dieron en los primeros meses de 1940, cuando Hitler en una guerra relámpago (Blitzkrieg), había invadido Dinamarca y Noruega y avanzaba sobre Holanda, Luxemburgo, Bélgica y Francia, con más de tres millones de soldados. Europa temblaba e Inglaterra, el imperio más grande que haya conocido la historia, apenas cien años atrás, también temblaba. Sobre setiembre del año anterior, el primer ministro Neville Chamberlain, hizo saber a los británicos que estaban en guerra, que el ejército nazi había invadido Polonia. Pero para mayo de 1940, el parlamento inglés había perdido la confianza en su primer ministro Chamberlain, y se hizo necesario contar con un nuevo líder. Churchill, el más discutido, paradójicamente sería el elegido para manejar los destinos de la nación en los momentos más oscuros. Después de besar la mano del rey, Churchill nombra su gabinete de guerra. Dunkerque, sería una de las pruebas más difíciles, 400 mil hombres, británicos y franceses atrapados en las playas, el mar por un lado, el ejército alemán a sus espaldas, y el cielo repleto de aviones de la Luftwaffe. El flamante primer ministro necesita “traer a esos chicos a casa”, y planea sacrificar a 4.000 soldados en Calais para contener al ejército enemigo y realizar así la evacuación con embarcaciones civiles, y la lleva a cabo. Lord Halifax, quien había sido virrey de la India y propuesto como primer ministro antes que Churchill, cree que hay que negociar con Hitler. McCarten, el autor del libro “Las horas más oscuras”, dice que Churchill también pensó en hacer una negociación con el diablo nazi a través de Mussolini. También dice McCarten , que estaba dispuesto a entregar territorios como Malta y Gibraltar y algunas colonias africanas. Lo cierto es que el estadista, el hombre, se enfrenta a la soledad y el 4 de junio, en una Cámara de los Comunes repleta dice: “lucharemos”, y lo repite una decena de veces: “lucharemos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles, lucharemos en las montañas. No nos rendiremos nunca”. Habían pasado 25 días desde que había asumido como primer ministro y líder del imperio británico, y tendría ese destino por cinco años más.
Gary Oldman- Joe Wright
Hace pocos días, Gary Oldman fue nominado al Oscar como mejor actor por su gran interpretación de Winston Churchill durante los tiempos más tormentosos del siglo XX. A Oldman se lo conoce como “el mejor actor menos premiado”, pero parece que este año, a los 59 de edad, la cosa se está revirtiendo. En enero último se alzó con el premio de mejor actor dramático en los Globos de Oro por este filme. Si bien tuvo actuaciones memorables en su extensa carrera, solamente con “El Topo” había conseguido ser nominado en los premios Oscar. En las recientes nominaciones que tuvo este filme, hay que destacar la de maquillaje, por la extraordinaria labor que se hizo para transformar el rostro de Oldman en el de Winston a los 65 años. En la filmografía de Oldman vale recordar su interpretación de Joe Orton en 1987 (Prick up your Ears) dirigida por Stephen Frears, y el papel del poeta Dylan Thomas en 1991 con la dirección de David Drury. En 1992 se estrena una de las obras magníficas de Francis Ford Coppola, y en un incomparable cinemascope, “Drácula de Bram Stoker”, donde la seducción de Oldman como el vampiro es de antología. Dos años después será Beethoven en “Amada Inmortal”, y el más despreciable policía corrupto y criminal en “El perfecto asesino” de Luc Besson, maravilloso filme por donde se lo mire.
Joe Wright, comenzó haciendo cortos, como la mayoría de los realizadores, después pasó a las series de tv, pero en 2005 saltó a las primeras planas de la crítica con “Orgullo y Prejuicio” una adaptación de la novela homónima de Jane Austen, con la refinada actriz Keira Knightley, quien sería la protagonista de las siguiente dos películas de Wright: “Expiación”(2007) basada en la novela de Ian McEwan, y “Ana Karenina” (2012) una adaptación de Tom Stoppard de la célebre novela de león Tostoi.
¿En qué está ahora Joe Wright?. Se sabe que está trabajando en la pre-producción de “Stoner”, una novela inolvidable que ayuda a entender la vida, escrita por John Williams, publicada en 1965, e ignorada por mucho tiempo . Por ahora se sabe que Casey Affleck y Tommy Lee Jones cubrirían los roles principales.
Churchill en el cine y la TV
Si bien Napoleón Bonaparte ocupa el primer puesto en cantidad de biopics sobre personajes históricos, seguido por Jesucristo y Hitler, de Winston Churchill se han realizado alrededor de 150 trabajos entre filmes argumentales, series para televisión, tv movies y documentales. Entre los últimos trabajos más recordados se encuentra la caracterización de Albert Finney en “Amenaza de Tormenta” (2002-TV movie) con dirección de Richard Loncraine. El año pasado, Brian Cox, lo interpretó en “Churchill” de Jonathan Teplitzky, y un norteamericano, John Lithgow, en la serie televisiva “The Crow”. Brendan Gleeson, fue Churchill en “Hacia la tormenta” (2009 tv), Michael Gambon en “Churchill secreto (2016 tv.), y Gary Saderup en “Churchill, The one man show” (2015), donde además fue el director.
“El joven Winston” (1972), con la dirección de Richard Attemborough, se ocupa de Churchill cuando comenzó a convertirse en leyenda , sus aventuras en el 4° Regimiento de Húsares en la India, luego como corresponsal de guerra en Sudán y en el conflicto de los Bóers en Sudáfrica, donde se escapa de un campo de prisioneros en Pretoria. Ese joven Winston es interpretado por Simon Ward, y Anne Bancroft y Robert Shaw son sus padres. Entre las curiosidades, está el documental “Andrew Marr on Churchill” (2015), donde se ve al estadista pintando, opinando, y se pueden apreciar decenas de sus obras.
Como el Ave Fénix
Estaba convencido de su destino y así lo dijo: “Me dio la sensación de ir caminando de la mano del destino, y de que toda mi vida pasada no había sido más que una preparación para ese momento y para esta gran prueba”.
En 1940, Churchill tenía 65 años, de los cuales los primeros 27 los vivió en los tiempos de la reina Victoria, por lo tanto se declaraba victoriano, aristócrata y defensor del imperio. Sus historias de aventuras, como sacadas de un cuento de Kipling, daban cuenta de su bautismo de fuego en Cuba, donde fue como observador en una expedición de las tropas españolas contra los sublevados cubanos encabezados por José Martí; luego, los dos años en la India, en el Sudán y la guerra Anglo- Bóer, y así como Dickens recorría Estados Unidos leyendo sus novelas , el joven Churchill ganaba mucho dinero contando sus historias por Norteamérica, Canadá y la Gran Bretaña. Antes de cumplir los 26 ya era diputado por los conservadores, pero no pasó mucho tiempo para que se pasara al partido liberal, claro que después volvió con los conservadores. Por entonces no se hablaba de panqueques, cuando los tories se pasaban a las filas de los whigs, y luego se volvía al primer amor, pero don Winston encajaba justo.
Sin embargo no todo fue gloria y honores, en 1915, durante la Primera Guerra Mundial fue degradado y humillado, porque siendo primer lord del Almirantazgo cometió graves errores estratégicos en la guerra librada en el estrecho de Dardanelos, la derrota en Gallípoli, donde sufrieron 300 mil bajas, entre británicos, escoceses, neozelandeses, australianos y también franceses. Los victoriosos turcos tuvieron alrededor de las 250 mil bajas. A comienzos de la Segunda Guerra, también, como primer lord del Almirantazgo, fue la cabeza de la desastrosa campaña de Noruega contra los alemanes. Inglaterra perdió 1.800 hombres, un portaviones, dos cruceros, siete destructores y un submarino. Pero sus muertes políticas no duraron mucho tiempo, su fuerte personalidad siempre se imponía.
Historias que tapan historias
Gustaba del whisky escocés, los huevos fritos con panceta, y los puros Longfellow, y desde que era adolescente admiraba a Cicerón, aunque no creyó solamente en el poder de las palabras. Desde los tiempos en que era secretario de defensa y ordenó una brutal represión a obreros en huelga en las minas de carbón de Gales, la espada se posicionó junto a la palabra. Durante esa huelga nacional de 1926, intentó sacar el ejército a la calle, por lo que fue duramente criticado. Churchill fue un opositor tenaz cuando se gestaba la autonomía de la India, no podía permitir la caída del imperio británico. “Despreciable faquir”, dijo sobre Gandhi. “Los indios son incapaces de gobernarse”, sentenciaba.
Enemigo acérrimo del socialismo, en algún momento vio al fascismo como un cordón sanitario contra la Unión Soviética. Apoyó los planes contrarrevolucionarios del general blanco Kolchak, creando un cuerpo expedicionario para estrangular el poder de los soviéticos. Pero en un discurso de junio de 1941, marcó las diferencias entre el nazismo y el comunismo: “El régimen nazi no difiere en sus peores aspectos del régimen comunista. Carece de toda base y principio salvo el instinto de rapacidad y de dominación racial. Supera todas las formas de perversidad humana en cuanto a técnica de crueldad y a ferocidad de agresión…”. Pero una vez aniquilado el nazismo volvió a la carga. En un discurso en los Estados Unidos en 1946, proclamó la necesidad de contener la expansión Soviética y dio inicio a la “guerra fría”.
El holocausto de los bengalíes entre los años 1943 y 1945, tiene a Winston Churchill como uno de los mayores responsables. Unos 3 millones de personas murieron por inanición y enfermedades por la falta de alimentos. Londres se justificó diciendo que fue un daño colateral por temas estratégicos bélicos.Churchill, temiendo que los japoneses avanzaran a través de Birmania y atacaran la frontera oriental de Bengala, lanzó la orden de “tierra arrasada”, lo que produjo una gran hambruna. Churchill, hizo exportar el arroz bengalí para alimentar a las tropas británicas en Medio Oriente, y exigió que los excedentes sean retirados y destruidas todas las cosechas en Bengala.
Sobre finales de la guerra, la bella ciudad de Dresde en Alemania fue intensamente bombardeada durante días y noches, cuando sólo había población civil. Churchill, al atacar objetivos no estratégicos, solo quería minar la moral del adversario, en este caso, pueblos y ciudades que no tenían defensas. Se estima que un millón de civiles alemanes fueron víctima de los bombardeos ingleses y norteamericanos.
La concepción heroica de la historia
El general Charles De Gaulle, quien acompañó los restos mortales de Churchill sobre fines de enero de 1965, dijo: “Dans le plus grand drame le plus grand” (El más grande en el más gran drama). El mundo occidental, así como De Gaulle, ve a este estadista que manejo los destinos de millones de personas en dos guerras mundiales, que dejaron 60 millones de muertos. La historia , el cine, millares de libros, seguirán hablando del gran orador, del estadista, del pintor, del historiador, seguidor de Gibbon, Macaulay y Ranke, del poeta, de su Premio Nobel de literatura en 1953, de que con 77 años volvió a ser primer ministro, de su infaltable saludo con la V de la victoria, del gran comandante que salvó a las tropas en Dunkerque , el que alabó a su gente por su valor y templanza cuando Goering mandó sus aviones sobre Londres durante 57 días y sus noches. El hombre que le ofreció a su pueblo, Sangre, sudor y lágrimas.
Artículo de Jorge Luis Scherer-periodista,profesor de literatura y cine- para Ultracine.