Argentina, Estrenos

«Van Gogh en la puerta de la eternidad»: El sentimiento de crear

¿Puede una película, en su propia forma cinética y que altera el tiempo, hablar del intenso remolino de sentimientos y vitalidad que conlleva la pintura?

La aparente imposibilidad de ello fue lo que motivó a Julian Schnabel a crear Van Gogh en la puerta de la eternidad. Quería capturar ciertas cosas que a menudo han evitado las películas sobre artistas: la visión de Schnabel de los últimos días de Van Gogh no se asemeja a ninguna otra. Esta historia explora lo que uno siente interiormente en el simple acto de creación, esa magia visceral y abrasadora que desafía todas las palabras y detiene el tiempo, la extenuante fisicalidad de la pintura y la intensidad devocional de la vida del artista, especialmente desde el punto de vista de los pintores.

El resultado es una experiencia cinematográfica caleidoscópica y sorprendente, que se convierte tanto sobre el papel del artista en el mundo, como sobre el hecho de estar vivo y alcanzar lo eterno, como sobre la belleza y la maravilla que Van Gogh dejó, sin saber el gran impacto que causó.

Schnabel expresa, “El Van Gogh que se ve en la película surge directamente de mi respuesta personal a sus pinturas, no sólo de lo que la gente ha escrito sobre él”.

Van Gogh se convirtió en un prisma para Schnabel, Jean-Claude Carrier y Louise Kugelberg, (sus coescritores y coeditora) y, en última instancia, para el reparto y el equipo, para volver a mirar la implacable necesidad del ser humano de expresarse y comunicarse. La película se basa en las cartas, las biografías, las leyendas que todos hemos escuchado, así como las innumerables perspectivas de la historia. Pero principalmente, este es un trabajo de pura imaginación, una oda al espíritu artístico y al hecho de tener una convicción tan absoluta que te ves obligado a dedicar tu vida a ello.

Sinopsis:

Durante un exilio autoimpuesto en Arles y Auvers-Sur-Oise, Francia, el pintor holandés Vincent van Gogh desarrolla su estilo único y colorido de pintura. Mientras lidia con la religión, la enfermedad mental y una amistad tumultuosa con el artista francés Paul Gauguin, van Gogh comienza a centrarse en su relación con la eternidad en lugar del dolor que su arte le causa en el presente.