Una oportunidad para ver una historia coreana de fantasmas y posesiones, uno de los géneros más populares de Asia.
La distribución argentina a veces se toma ciertas «libertades» y retitula a una película con el nombre de otra más exitosa pero que no guarda ninguna relación con ella. Por eso, quienes busquen en «Mimic: no sigas las voces» alguna relación con el filme que dirigió Guillermo del Toro en 1997, saldrán decepcionados.
Pero aquellos que disfruten del cine de terror de atmósferas, donde la tensión y el terror se cuecen a fuego lento, podrán encontrarse con una buena experiencia.
Hoy las pantallas están llenas de fantasmas y espíritus malignos. Pero esta moda comenzó a fines de los noventa en Japón y Corea. A estas películas se las agrupó bajo la etiqueta «J-horror» y «K-horror» (K de Korea, como se escribe en inglés).
Películas como «La llamada», «El grito» y otras, con maldiciones y fantasmas de pelos largos cubriendo el rostro. Hollywood tomó el modelo y realizó incontables remakes. Pero rara vez llegaban las originales asiáticas a los cines de Argentina.
La historia
La película toma como base para el terror una leyenda coreana. En el corazón del monte Jang vive un ser que causa el terror a todo aquel que pasa cerca.
Esta criatura tiene la capacidad de copiar los sonidos humanos, en especial aquellos que han muerto. Esa habilidad confunde a las personas. Fácilmente engañados, sus víctimas quedan a merced de este ser.
La familia de la pequeña Jun Hee se muda a esta zona rural en el monte Jang. Pronto, la familia encontrará a una niña que puede imitar su voz. Y cuando esa voz se escucha, es porque Jangsan Tiger, la criatura, está cerca.
Este es el trailer de «Mimic: no sigas las voces»