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“Necronomicón”: en busca del libro maldito

La adaptación local de Lovecraft nos lleva a los anaqueles y laberintos de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

Mucho se ha hablado, escrito y filmado sobre el Necronomicón, libro de saberes antiguos y hechizos capaces de invocar a los muertos y demonios del mismo infierno. Lo cierto es que el manuscrito es una invención literaria de  escritor estadounidense H. P. Lovecraft. La creación del maestro del terror, capaz de llevar a la locura, se sitúa por primera vez en Buenos Aires en “Necronomicón, el libro del infierno”.

La historia

La película de Marcelo Schapces arranca con una noche lluviosa en Buenos Aires. Luis (interpretado por el siempre efectivo Diego Velázquez) y su hermana sienten los estragos de una tormenta que no se detiene. Un piso más arriba, su vecino Dieter (en la última interepretación de Federico Luppi) se suicida. Dieter ha sido el guardián milenario de un libro maldito, que se encuentra escondido en la Biblioteca Nacional, lugar donde trabaja Luis.

La tormenta y la inundación en la ciudad dejarán al descubierto galerías ocultas de la Biblioteca. Será tarea de Luis clasificarlas. Allí encontrarán publicaciones de magia negra y el libro maldito, que desencadenará la tragedia. Dice la leyenda que el mismo Jorge Luis Borges catalogó ese manuscrito, antes de ocultarlo en los subsuelos de la Biblioteca.

Los personajes

“Necronomicón, el libro del infierno” tiene personajes arquetípicos. Luis, el bibliotecario, es curioso y obstinado. Dieter, el guardián, es un Luppi que cuesta reconocer si no sabemos que está interpretado por él ya que aparece poco y retocado digitalmente. Dos personajes lo acompañan en la búsqueda: un Daniel Fanego, quien ocupa el lugar del saber, y una Vicky Maurette, quien ocupa el lugar de la fuerza. En medio de esa paleta, son muchos los personajes suicidas y que llegan a la locura.

La producción

Marcelo Schapces, Luciano Saracino y Ricardo Romero escribieron una historia que respeta y homenajea al mundo lovecraftiano. Y que atrapa y genera suspenso hasta el final. Algunas de las interpretaciones son destacadas, como es el caso de Diego Velázquez, Daniel Fanego y Cecilia Rossetto. Pero el principal defecto de la película es su producción: problemas de montaje, efectos especiales y una estética que atrasa 20 años hacen que algunas escenas estén al borde de la risa. Aunque no deja de ser una experiencia que seguramente disfrutarán (y mucho) los fanáticos de Lovecraft.