Una de las películas más emblemáticas de la década del ´90 estrena su secuela exactamente 20 años después.
Hoy en día uno ya está acostumbrado a las escenas de destrucción masiva en el cine, ya sean por fuerzas alienígenas, malvados terroristas, o fuerzas de la naturaleza.
Pero en 1996, los espectadores de todo el mundo se quedaron boquiabiertos con la avalancha de escenas catastróficas que abundaban en una misma película: una marea de fuego destruyendo edificios, la Casa Blanca explotando en mil pedazos e impresionantes batallas entre decenas de aviones caza y naves intergalácticas.
Esa película era «Día de la independencia» y se estrenó el 3 de julio de 1996 en Estados Unidos. Para fin de ese año, era la tercera película mas taquillera de la historia del cine hasta ese momento, detrás de «Jurassic park» y «El rey león», con US$ 817.000.000 de dólares de ingresos a nivel mundial.
En 2016, ya no hay novedad en ver como icónicos monumentos vuelan por los aires. Pero la fuerza de la nostalgia es igualmente poderosa, y así, tras dos décadas en desarrollo, el proyecto de la secuela del popular filme del alemán Roland Emmerich llega a los cines de todo el mundo.
«Día de la independencia 2: Contraataque» funciona como un puente entre la generación de la década del ´90 y la actual: no sólo por la temática, sino también con sus actores (mezclando nuevas caras con casi todo el elenco original de la primera). Todos salvo Will Smith, quien pidió un cheque por US$ 50.000.000 de dólares para repetir su papel como el capitán Steven Hiller. Obviamente, Smith no volvió para la secuela.
Pero además, ese puente es, a su vez, el propósito del filme: atraer al público adolescente y joven que se conoce todas las fases cinematográficas de Marvel, y a la audiencia de más de 30 que vio en cines por primera vez como ciudades enteras explotaban como globos a su alrededor.
En «Contraataque«, la humanidad aprovechó al máximo la tecnología extraterrestre que quedó en la Tierra tras vencer a los invasores en 1996, y los viajes y colonias espaciales son una realidad, además de haber conseguido la unificación mundial que pregonaba el Presidente de los Estados Unidos en su discurso antes de atacar la nave nodriza al final de la primera parte.
David Levinson (Jeff Goldblum) es ahora uno de los líderes de ESD: Earth Space Defense, quien descubre en África que una de las naves que quedaron sin destruir del ataque original se ha reactivado. Mientras, aquellas personas que tuvieron contacto de forma directa con la mente «en colmena» de los alienígenas por medio de la telepatía empiezan a tener intensas visiones de un símbolo que puede significar el regreso de los invasores. Ellos son el ex-presidente Thomas Withmore (Bill Pullman) y el científico del Área 51 el doctor Brackish Okun (Brent Spiner).
Justo el día de la celebración del 4 de julio (día de la independencia mundial….), los alienígenas regresan con una nave del tamaño de la Luna a quedarse con las reservas energéticas de la Tierra y destruir a la humanidad en el camino.
La nueva generación está representada por un grupo de jóvenes pilotos entre los que se encuentran el líder temerario y rebelde Jake Morrison ( Liam Hensworth, de «Los juegos del hambre»), Dylan Hiller, el hijo del personaje de Will Smith (Jessie T. Usher) y Patricia Whitmore, la hija del ex-presidente, que a su vez es la prometida del personaje de Morrison.
Otro dato que muestra los cambios en la sociedad actual, es la suma importancia que la película le da a China, incluyendo dos protagonistas de esa nacionalidad, una escena de destrucción que transcurre en alguna ciudad de ese país, además de varios product placements de golosinas, bebidas y hasta del servicio de mensajería QQ, nada menos que el facebook del gigante asiático. En un mundo donde China se convirtió en el mercado favorito de Hollywood, era cuestión de tiempo para que esto sucediera…
«Día de la independencia 2: Contraataque» cumple con creces en el rubro del entretenimiento, además de tener más de una lectura, algo poco usual en el mercado de tanques hollywoodenses bastante chatos. Cada cosa que sucede está manejada y cada pieza del engranaje de la trama está teñida de una sutil ironía, en la que los realizadores van más a fondo con los clichés que poblaban la primera entrega: como el caso de la Presidente de los Estados Unidos, que aparece como una mandataria intachable y aguerrida; o el destino que se le dio al personaje de la madre de Dylan Hiller (sí, la novia stripper del personaje de Will Smith también regresa), entre otros elementos.
La secuela del filme no se toma a sí misma en serio, lo demuestra, y entrega momentos de gran diversión. Todo eso sin pasarse de la raya y terminando su metraje en «tan sólo» dos horas.