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Spielberg y El Puente de los espías

Por Jorge Luis Scherer

El intercambio de prisioneros espías en el puente berlinés de Glienicke (Posdam), en febrero de 1962, se considera uno de los hechos históricos más sobresalientes de la Guerra Fría. La humanidad estaba en peligro, una guerra nuclear estaba latente por el enfrentamiento ideológico y político de las dos superpotencias. El fanatismo patriotero, la delación y todas las miserias humanas estaban a la orden del día. La psicosis por las conspiraciones comunistas había tenido su pico más alto, cuando en 1953 fueron ejecutados en los Estados Unidos los esposos Julius y Ethel Rosemberg, acusados de entregar secretos del estado Norteamericano a la Unión Soviética. Steven Spielberg toma, para la historia de “El Puente de los Espías”, el caso verídico de un agente soviético de inteligencia capturado en los Estados Unidos, mientras realizaba tareas de espionaje. Sin embargo, el centro de la historia será un dinámico y prestigioso abogado de Nueva York, James Donovan (Tom Hanks), quien es elegido por el gobierno para que ejerza la defensa del prisionero. Una tarea legal y democrática que es repudiada por una parte de la sociedad, la más salvaje y ruidosa, y Donovan y su familia son expuestos como traidores a la patria. La captura en territorio soviético de un piloto norteamericano, convertirá al abogado Donovan en la cabeza negociadora del intercambio de prisioneros en Berlín.

«El Puente de los Espías» (Bridge of Spies) con fecha de estreno en los Estados Unidos el 16 de octubre y en la Argentina el 29 de ese mismo mes, cuenta con un guión escrito por los hermanos Ethan y Joel Coen y Matt Charman. En el elenco: Tom Hanks, como James Donovan; Amy Ryan, en el papel de su esposa Mary; Alan Alda es Thomas Watters; Peter McRobbie, interpreta al famoso director de la CIA Allen Dulles; Austin Stowell, como el piloto norteamericano del avión espía U2, Francis Gary Powers, y Mark Rylance en el rol del espia ruso Rudolf Abel.

Steven Spielberg y Tom Hanks.

LOS MENSAJEROS DEL MIEDO Y EL NEGOCIADOR
La idea de Spielberg no ha sido realizar un biopic sobre la figura de James Donovan, aunque su figura sea el centro de la historia, sino mostrar el tensionado contexto social, y los hilos que se movieron en las más altas esferas del poder, cuando un error estratégico podía desencadenar una nueva guerra mundial.

Donovan fue el abogado del espía ruso Rudolf Abel, cuyo verdadero nombre era Vilyam Genrikhovich Fischer (1903-1971), que había ingresado a Estados Unidos en 1947, y que en Brooklyn abrió un estudio fotográfico. Desde ese lugar, Abel desarrollaba el control de los agentes soviéticos que operaban en los distintos estados de Norteamérica. El FBI lo descubrió en 1957, fue juzgado y condenado a más de 30 años de prisión. El actor Mark Rylance, lo interpreta en el filme de Spielberg.

Por otro lado, tenemos al espía norteamericano Francis Gary Powers, (1929-1972) capturado por los rusos. Powers, que había llegado al grado de capitán en la Fuerza Aérea, se unió a la CIA como piloto de los U2, para misiones de espionaje. Las naves U2 podían volar a más de 70 mil pies, eso las hacía invulnerables al armamento soviético. Sin embargo, en una de las incursiones Powers voló a menor altura y fue alcanzado por un misil tierra-aire. A este error se sumaron otros: Powers no hizo accionar el botón destructor de la nave y tampoco usó la aguja de suicidio proporcionada por la CIA.

Powers fue juzgado y condenado en la URSS, a 3 años de prisión y 7 de trabajos forzados.

¿Y qué sabemos de James Donovan? Este abogado estrella de Nueva York, que es elegido por la CIA para ejercer la defensa del espía ruso, Rudolf Abel, en los tribunales de Estados Unidos, tiene una nueva misión cuando el piloto espía del U2 es capturado por los soviéticos. Donovan, para negociar el intercambio de prisioneros, debe tratar directamente con Allen Dulles, el director de la CIA y uno de los hombres más influyentes de la política norteamericana. El canje de prisioneros se concreta en 1962 en Berlín, en el puente de Glienicke. Al oficial Powers de la CIA, se suma un estudiante norteamericano, también detenido en la URSS. Hasta ahí, la película de Steven Spielberg, con todos los ingredientes de un thriller: suspenso, intriga, etc. etc.

La verdadera historia continuó con la condecoración de Rudolf Abel con la Orden Lenin, y su labor como entrenador de espías en la Unión Soviética. Del piloto Francis Gary Powers se sabe que tuvo que dar muchas explicaciones a una junta examinadora de su país por mal desempeño en sus funciones. En 1976, se estrenó una TV movie dirigida por el prestigioso Delbert Mann, con el título “The true story of the U2 spy incident”, donde el actor Lee Majors (muy conocido por la serie El hombre nuclear) interpretaba al piloto Francis Gary Powers. En esta historia también participaba el abogador James Donovan, papel a cargo del veterano actor James Gregory.

De Donovan se sabe mucho más. Incluso está un libro: “Después de la Bahía de los Cochinos”, que escribió su hijo John junto a el exiliado cubano Pablo Pérez Cisneros, donde dan cuenta de la gestión de James Donovan para la liberación de los 1.113 combatientes de la Brigada 2506, derrotados en Playa Girón en 1961, y que fueron prisioneros del gobierno revolucionario de Cuba por 20 meses.

Donovan fue nuevamente el elegido para negociar estas liberaciones. Al principio el gobierno de John Kennedy negó toda participación en la invasión, pero a medida que transcurría el tiempo ya no se podía ocultar más la ingerencia de la CIA. La ex primera dama Eleanor Roosevelt, encabezó el comité para la salvación de prisioneros. Su propuesta era canjear tractores por prisioneros, pero en el Congreso no vieron la iniciativa con buenos ojos. Cuando Donovan comenzó a intervenir, dicen que reportaba directamente a Robert Kennedy, que era el secretario de Justicia. Donovan se reunía directamente con Fidel Castro. Fueron varios meses de tratativas, hasta que Castro aceptó la entrega de 50 millones de dólares en medicinas y alimentos, y otros 2 millones fueron destinados a la compra de incubadoras avícolas en Canadá. Como el gobierno norteamericano no quería aparecer directamente como negociador, pensó que la Cruz Roja debería hacer las entregas de los medicamentos. En los días previos a la Navidad de 1962, los 1113 prisioneros, fueron recibidos como héroes en Miami.

En el libro “Fidel Castro, biografía a dos voces”, que reúne 100 horas de conversaciones que tuvo el líder cubano con el periodista y escritor Ignacio Ramonet, se toca el caso Donovan, como uno de los tantos intentos frustrados de asesinatos de Castro por parte de la CIA, donde el hombre más comprometido fue el abogado James Donovan. En esta entrevista, Fidel Castro dijo no creer que Donovan estuviera implicado en el intento de asesinato, sino que fue un instrumento de la Central de Inteligencia. Donovan le había regalado a Castro un traje de buzo de neoprene, que venía impregnado de hongos y bacterias como para causarle la muerte.

Fidel Castro y James Donovan

UNA LUCHA POR LA MENTE DE LOS HOMBRES
Con esta frase: «Una lucha por las mentes de los hombres», el presidente John Kennedy, caracterizó a la Guerra Fría, otorgándole un valor ideológico de enfrentamiento entre capitalismo y comunismo. Con el tiempo, lo ideológico pasaría a un segundo lugar cuando los objetivos se trastocarían en geopolíticos, económicos y militares. Sobre finales de la Segunda Guerra, el general Douglas MacArthur, el militar más condecorado en la historia de Norteamérica, se pronunciaba contra «el peligro rojo», y cuando estalló en 1950 la Guerra de Corea, proponía barrer el famoso Paralelo 38 e invadir la China comunista. Otro general, considerado héroe de guerra y de gran popularidad, fue George Patton, quien ostentaba el mote de «sangre y agallas». Sus declaraciones de ferviente anti-comunismo, eran difundidas permanentemente por la prensa. Mientras tanto, Joseph Stalin decía que se avecinaba una guerra inevitable. Berlín, estaba partida en cuatro sectores, uno de ellos era de los soviéticos, y la propaganda comunista estaba en medio de Europa.

Nikita Kruschev se convierte en el hombre fuerte de la URSS, cuando muere Stalin en 1953. La CIA trabaja denodadamente para provocar la caída de gobiernos sospechados de pro-comunistas, como el primer gobierno democrático de Irán, y de gran participación en el golpe contra Jacobo Arbenz Guzmán en Guatemala «por infiltrar comunistas y anunciar la expropiación de la United Fruit Company».

La Revolución Cubana en 1959 fue el golpe más duro contra el establishment yanqui. Tenían a los barbudos a pocas millas de los cayos y de las costas de Miami. El fracaso de la invasión en Bahía de Cochinos en 1961, hizo que Fidel Castro permitiera que la URSS construyera en la isla, 40 silos nucleares. Estados Unidos, comienza a interceptar cargamentos nucleares que llegan a Cuba. La tensión mundial es irrespirable. Kennedy y Kruschev, terminan haciendo un pacto, los rusos se van de Cuba y los norteamericanos desarman su base en Turquía. Fueron los tiempos del llamado «Teléfono Rojo», una línea directa entre Washington y Moscú. No obstante, Kruschev habla de la superioridad nuclear de la URSS, y creaba temor a la sociedad estadounidense: «nuestros misiles pueden alcanzar cualquier ciudad norteamericana o de Europa».

En esa década del 60 comienza a crecer en África, Asia y América Latina, el movimiento de los países No Alineados. Lyndon B. Johnson, sucesor del asesinado John F. Kennedy, envía 42 mil soldados a la República Dominicana, y se acelera la intervención norteamericana en Vietnam. Hasta la década del 80, inclusive, Estados Unidos actuó por la fuerza cuando algún gobierno largaba el tufillo de socialista. En octubre de 1983, 2 mil infantes y rangers invadieron la isla caribeña de Granada, derrocaron al gobierno y retuvieron a 30 asesores soviéticos y cubanos. Ronald Reagan, que de cowboy pasó a ser presidente, dijo que lo hicieron «para preservar y restaurar la ley y el orden».

Durante esos tiempos de la Guerra Fría, que se extendió, con distintos niveles de virulencia, hasta los principios de la Perestroika y culminó en 1991 con el fin del la URSS como estado, la llamada «coexistencia pacífica», fue sin mayores secretos el equilibrio del terror, equiparar los armamentos para que no haya superioridad y para que uno no aplaste al otro. Esa competencia armamentística, como la carrera espacial por más de veinte años, empobreció al planeta. No hubo ayudas humanitarias, ni se desarrollaron grandes proyectos de infraestructura, de educación y salud. Uno de los períodos más tristes de la historia contemporánea.

Actores se manifiestan contra la caza de brujas.

LA CAZA DE BRUJAS

A partir del trágico 6 de agosto de 1945, cuando hizo explosión una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima y causara la muerte de más de 100 mil personas y decenas de miles de heridos irrecuperables, el mundo, la humanidad, comenzó a vivir aterrorizada pensando en la posibilidad de un conflicto atómico a gran escala. Las superpotencias habían entrado en una carrera hacia la autodestrucción. Robert Oppenheimer, quien fuera discípulo de Albert Eisntein, y considerado como “el padre de la bomba atómica”, atacó a los países que utilizarían la energía nuclear con fines bélicos y se expresó sobre la peligrosidad de una guerra atómica. Esto le valió no solo ser separado de su alto cargo en el Estado, sino ser acusado de antipatriota y tener que declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas del senado.

El tristemente célebre Comité de Actividades Antiamericanas, que se había fundado en 1938 para detectar nazis y fascistas, a partir de 1945 cobra otra dimensión y otros enemigos: los nuevos enemigos son los comunistas. Agentes del FBI se infiltran en el Partido Comunista, vigilan sindicatos, periodistas, escritores, artistas. En Hollywood se confeccionan listas negras. En 1947, el productor Jack L. Warner pasó al Comité una lista de artistas que estarían inyectando ideas antiamericanas, entre ellos estaban el guionista Dalton Trumbo, el director Edward Dmytryk, que pasó seis meses en la cárcel y que luego delató 26 nombres de comunistas, el autor Clifford Odets e Irwin Shaw. El actor Robert Taylor declaró en el Comité:»Creo que el Partido Comunista debería ser puesto fuera de la ley. Si yo fuera el que decide, todos serían enviados a Rusia o a algún otro lugar desagradable”. También se pronuncian contra las actividades antiamericanas e incluso con delaciones: Gary Cooper, Walt Disney, Elia Kazan, y otros.

A partir de 1950 se da la segunda etapa de este Comité, a la cabeza estaba el senador Joseph McCarthy, quien impulsa en Hollywood, un clima de desconfianza .Charles Chaplin, Jules Dassin, y Joseph Losey , prefieren irse del país. Carl Foreman, Lillian Hellman, Howard Hughs, y Arthur Miller, son convocados para declarar. El escritor alemán Thomas Mann, quien huyó del nazismo y se hizo ciudadano norteamericano, vio con desagrado y peligrosa la intolerancia espiritual y las inquisiciones políticas: “y todo ello en nombre de un presunto estado de emergencia, esa fue la forma en que comenzó en Alemania, lo que siguió fue el fascismo”.

Artículo realizado por Jorge Luis Scherer para Ultracine.