Los retratos mortuorios es el punto de partida de esta producción rusa de terror que se estrena el 20 de julio.
Rusia imperial. El fotógrafo prepara la instantánea. La novia se ve espléndida. Con un pequeño detalle: está muerta. Sus párpados cerrados han sido pintados para simular vida. Y sin embargo, cada vez que va a sacar la foto, su cabeza se cae casi como si quisiera evitar ser fotografiada.
“La novia” (“Hebecta”) rescata esa antigua y tan morbosa, a nuestros ojos del siglo XXI, costumbre de sacar fotos post mortem. En los primeros minutos de la película, el fotógrafo tomará el retrato de su novia con el propósito de capturar su alma y poder realizar un ritual. En la hacienda familiar encerrará el cadáver en un ataúd junto a una muchacha humilde. Su objetivo es traspasar el espíritu de su amada al cuerpo viviente. Sin embargo, algo saldrá mal…
El disparador de la historia logra generar un gran interés. Luego saltará a tiempos contemporáneos donde Iván y Nastya están a punto de casarse. Y viajarán a la hacienda familiar que será, oh casualidad, la misma donde se realizó el ritual. Nastya comenzará a notar cosas extrañas en la familia de su prometido. Y sus sospechas serán mayores cuando su novio desaparezca. Y aquí es donde la historia vaga sin sentido.
Novias rusas
Sin embargo, la última parte donde surge la entidad maligna habrá hecho que valga la pena la espera. En ese tramo, “La novia” tiene varias escenas que asustan en serio. Aunque falla en algunas cuestiones de guion e interpretación actoral, su calidad de producción y la ambientación es muy lograda.
Es muy poco usual el estreno de filmes de terror producidos fuera del territorio estadounidense. Y aún más de películas rusas. Por lo que el estreno comercial de “La novia” es una rareza en varios sentidos que vale la pena ver en pantalla grande, especialmente para los amantes del cine de horror clásico. Se estrena el 20 de julio en cines argentinos, distribuida por BF París.
