El misterio sobrenatural inunda la película que llega a salas argentinas el 20 de abril.
Pocas películas de terror logran generar un clima tan enrarecido y cambiar sorpresivamente el tono de la historia sin dejar insatisfechos a los espectadores como lo hace “La morgue” (“The autopsy of Jane Doe”). Desde su estreno en el Festival de Cine de Toronto, ha sido una de las producciones 2016 con mejor boca a boca entre los fanáticos del género.
El inicio de “La morgue” huele a misterio policíaco: la policía ingresa a una casa donde han sucedido varios asesinatos. La mayor sorpresa será el hallazgo del cadáver de una mujer desnuda en el sótano que no parece conectarse con el resto de las muertes. “No parece que hubieran entrado sino que intentaron salir”, señala una oficial. Ante la falta de causas aparentes, el comisario enviará el cuerpo de esa NN (Jane Doe en jerga estadounidense) a la morgue municipal.
La morgue del pueblo es un establecimiento familiar que funciona en el sótano de la casa. Allí el forense Tommy Tilden trabaja junto a su hijo Austin. Juntos intentarán descifrar qué causó la muerte de la NN encontrada en la casa. En el proceso, se encontrarán con inesperadas conclusiones que pondrán en riesgo su propia vida.
El director noruego André Øvredal lográ imprimirle a la película un ambiente claustrofóbico y plantar elementos tempranamente sobre los rituales antiguos forenses que serán clave para crear los mayores sustos de la película. Reconocido internacionalmente por su found footage “Trollhunter” (2011), logra una vez más exprimir los recursos del bajo presupuesto al servicio de la historia: pocas locaciones, los efectos mínimos, un gran uso del suspenso sonoro y escasos actores que interpretan muy bien su papel (especialmente de Brian Cox y Emile Hirsch), todos enmarcados en un gran guión donde lo que prima es la relación padre-hijo y los elementos sobrenaturales.
“La morgue” llega a las salas argentinas el 20 de abril.
Trailer:
https://www.youtube.com/watch?v=tTuUkrot8qo&authuser=0
