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En busca de “La Bruja de Blair”

Casi dos décadas después del estreno de la película que lanzó la moda de los falsos documentales, la tercera entrega intenta revivir la mitología.

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Cámara en mano, un grupo de jóvenes se adentra en los bosques Black Hills de Maryland. Buscan rastros de Heathe Donahue, la hermana desaparecida de James mientras filmaba un documental sobre la Bruja de Blair en 1994. En el camino reciben ayuda de una pareja local que los guiará. Luego de atravesar la “zona prohibida”, acamparán por la noche y al despertar encontrarán símbolos hechos con maderas y montículos de piedra. El miedo y el caos se apodera del grupo: aún con la última tecnología de rastreo no logran salir del bosque, que los aterroriza con sonidos extraños y apariciones.

Dos décadas después de los sucesos de “El proyecto de la Bruja Blair”, la tercera parte de la secuela agrega algunos elementos interesantes a la mitología que explican un poco más lo sucedido en 1994. El bosque se plantea como suerte de laberinto mitológico donde se pierde el sentido de orientación y las reglas de la física. El sol no sale, las horas no transcurren. Algunas incorporaciones, sin embargo, parecen traicionar al espíritu de la primera entrega: un ejemplo es el aspecto de la bruja.

El tiempo trascurrido entre ambas películas juega a favor y en contra de esta nueva producción. A favor: la sobreabundancia de tecnología permite una recopilación incesante de imágenes a través de cámaras personales, de mano y hasta un dron, que justifica los registros desde el guión. En contra: entre “El proyecto de la Bruja Blair” –refrescante y revolucionaria película que relanzó un redituable ciclo de falsos documentales como “Actividad paranormal”- y “La bruja de Blair” han pasado centenares de found footage y por momentos se siente que estamos mirando la misma película de 1999, sin agregados novedosos más que el paso del tiempo, la moda y la tecnología. De todas maneras, el film dirigido por Adam Wingard, entretiene y – por momentos- asusta.

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