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“Anthropoid”: matar al verdugo

Por Jorge Luis Scherer.

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«Anthropoid» (2016).

Cuando “la bestia rubia”, Reinhard Heydrich, murió en la primera semana de junio de 1942, por las heridas recibidas en un atentado en Praga, se dijo que Adolf Hitler lloró. Uno de los hombres más fieles al régimen nazi, el maléfico cerebro de “la solución final”, el entonces protector de Bohemia y Moravia, había sido el objetivo de la triunfal “Operación Antropoide”. Un nuevo filme, próximo a estrenarse, cuyo título es “Anthropoid”, hace una reconstrucción minuciosa de los hechos a partir de la planificación del atentado, consiguiendo filmar en cada uno de los lugares verídicos donde transcurrió la historia, en la ciudad de Praga. El ascendente actor Jamie Dornan, y Cillian Murphy, ambos irlandeses, tienen los roles principales, en este filme dirigido por Sean Ellis.

"El asesinato de Julio César".

«El asesinato de Julio César».

Durante los idus de marzo del año 44 A.C, una túnica ensangrentada a los pies de la estatua de Pompeyo, cubría el cuerpo inerte del poderoso Julio César, quien expiró en alguna de las 23 puñaladas, asestadas por un grupo de senadores, varios de ellos amigos queridos del otrora gran general convertido en tirano, como Bruto: “¡Tú también Bruto, hijo mío!”, llegó a escuchar Suetonio de esos labios condenados a la historia, y repetidos por Shakespeare 16 siglos después. Para salvar a la República, un grupo de hombres nobles habían cometido uno de los más importantes magnicidios de todos los tiempos.

El sexto mandamiento bíblico: “No matarás”, como los mandatos de otras religiones y credos, no impidieron que la historia de la humanidad llenara sus páginas con guerras y también asesinatos, muchos de ellos a figuras encumbradas y respetadas como: Lincoln, Gandhi, y Luther King, por citar algunos. Pero los dilemas morales muchas veces se disuaden cuando se atenta contra el mismísimo diablo o sus secuaces. El 20 de julio de 1944, un grupo de oficiales de la Wehrmacht, encabezados por el coronel conde Claus Von Stauffenberg, entraron en la etapa culminante de la “Operación Valquiria” consistente en matar a Adolf Hitler, tomar el poder y pactar una rendición antes que el pueblo alemán siguiera desangrándose. Pero la bomba colocada bajo la mesa, en esa reunión de altos mandos, no mató a quien era el objetivo, y las heridas leves no le impidieron al Führer, ordenar la ejecución de 200 implicados y sospechosos.

Tampoco existió un dilema moral cuando el elegido a morir era Reinhard Heydrich. Quienes planificaron y ejecutaron el plan, no podían sentir piedad por ese asesino bestial. Pero lo que nunca pudieron imaginar, que otras mentes similares podían sucederle y tomar represalias como la de destruir un pueblo entero a 20 kms. de Praga, aniquilar a sus habitantes, hombres, mujeres y niños, quemar todo lo que sobresaliera ante la mirada, talar los árboles, y levantar las tumbas del cementerio. Lídice era el nombre del pueblo.

La figura de Heydrich en el cine

NICHOLAS BRAUNEn “Anthropoid” (2016), el filme dirigido por el británico Sean Ellis (“Metro Manila”, “The Broken”), Jamie Dornan (“Cincuenta sombras de Grey”) interpreta al soldado checo Jan Kubis y Cillian Murphy (“El viento que agita el prado de Ken Loach”), al sargento eslavo Jozef Gabcik. Estos son dos agentes, entrenados en Inglaterra, que se encontraron cara a cara con el temible Heydrich para asesinarlo. Desde que se lanzaron en paracaídas en territorio checo, en diciembre de 1941, planificaron la muerte de Heydrich durante cinco meses. En la mañana del 27 de mayo de 1942, el jerarca nazi acompañado de su chofer se dirigía en un Mercedes Benz descapotable al Castillo de Praga de Holesovice, cuando Jan Kubis y Joseph Gabcik, lo interceptaron en una esquina donde el automóvil debía disminuir la velocidad y lo atacaron, hiriéndolo gravemente. Heydrich iba a morir ocho días después por una septicemia. Pero el viejo dicho: “muerto el perro se acabó la rabia”, no sirvió en este caso. La venganza de sus secuaces incluyó decenas de ejecuciones a inocentes hasta que dieron con los atacantes.

“Los verdugos también mueren “(1943), dirigida por Fritz Lang, fue la primera película realizada sobre el complot contra Heydrich. Comenzó a escribirse apenas dos semanas después del asesinato del jerarca nazi. Lang, que había escapado de Alemania cuando vio que el país estaba siendo sometido por los fanáticos de Hitler, se encontraba realizando películas en Hollywood desde 1934. En 1939 había ayudado con dinero e influencias para que el dramaturgo Bertolt Brecht se radicara en Los Estados Unidos. Y fue a Brecht a quien convocó para que escribiese el guión de la película que tenía en mente sobre el atentado al carnicero de Praga. El argumento fue terminado en tres meses, la información fue sacada de los periódicos y algunos miembros de la resistencia que estaban en América. Por entonces no se conocían los detalles del asesinato, y es por eso que en el filme solamente se muestra a un hombre, el doctor Svoboda, que utilizará el nombre falso de Karel Vanek, con una interpretación nada convincente de Brian Donlevy, como el hombre que perpetró el atentado. Reinhard Heydrich, actuado por Hans Heinrich von Twardowski (un histórico en la cinematografía germana, ya que interpretó a Alan en “El gabinete del Dr. Caligari”-1919) hace su aparición en la primera secuencia del filme, donde un Heydrich desmesurado tiene una reunión con miembros de la sociedad checa, los que son humillados por el dictador germano. La mejor interpretación en este filme es la de Walter Brennan, en el papel del profesor Stephen Novotny, quien va a ser fusilado cuando llegan las represalias. Si bien “Los verdugos también mueren” no es de lo mejor de Fritz Lang, cuenta con algunas buenas escenas, como la que sucede en una función de cine cuando entre los espectadores comienza a correr la información. Primero como un murmullo para convertirse luego en un barullo en medio de la oscuridad, que decía: “le dispararon a Heydrich”.

“Hitler´s Madman” (1943), el realizador alemán Douglas Sirk, al igual que Fritz Lang y otros directores, técnicos y actores, huyó de Alemania antes que comenzara la guerra. En 1939 ya residía en los Estados Unidos, después de pasar cortos períodos en Francia y Holanda. Sin conocer el proyecto cinematográfico de Lang sobre el asesinato de Heydrich, trabajó en el mismo tema y en poco tiempo construyó una historia que rodó en tan solo una semana a fines de 1942. Ésta, su primera película en Norteamérica, fue comprada por la MGM, pero misteriosamente quedó bloqueada en la Metro y no se estrenó hasta 1943, poco después de que Lang estrenara la suya En castellano la película recibió el nombre de “El orate de Hitler”, y tuvo en la figura de John Carradine (excelente la adaptación física) el rol de Reinhard Heydrich. La destrucción del pueblo de Lidice, y la muerte de sus ocupantes como venganza, fue parte importante en el filme de Sirk, no mencionado en el de Lang.

Otras dos películas desarrollaron la “Operación Antropoide”: “Atentado” (Atenta´t- 1964), filme checoslovaco dirigido por Jiri Sequens, con Siegfried Loyda como Heydrich, y “Siete hombres al amanecer” (1975), realizado por Lewis Gibert, (director inglés de varias películas de James Bond con Sean Conery y Roger Moore) con Anton Diffring como Heydrich y Timothy Bottons en el papel de Jan Kubis. En 2011, el checo Petr Nikolaev realizó “Lidice”, que fue el pueblo destruido como represalia al atentado contra Heydrich. La TV también se ha ocupado de la figura de Heydrich. “La Solución Final” (Conspiracy- 2001) trata de la Conferencia de Wannsee donde Heydrich explicó sus ideas sobre la solución final. El papel de Heydrich fue interpretado por Kenneth Branagh y Stanley Tucci, el de su compañero y servidor Adolf Eichmann.

Varios son los libros publicados sobre este personaje nefasto de la historia de la humanidad: “Heydrich, el violinista de la muerte” de G. Paillard y C. Rougerie, “Heydrich, el verdugo de Hitler” de Robert Gerwarth, y “Heydrich, el hombre clave del III Reich, de Edouard Calie, entre otros.

La historia del más odiado

Traslado del féretro de Heydrich por las calles de Praga.

Traslado del féretro de Heydrich por las calles de Praga.

Prototipo del ario rubicundo, de 1,91 metros de altura, de esa clase de especímenes que la realizadora del nazismo, Leni Rienfesthal, marcó la estética física germana en su película “Olimpia”. Las fotografías permiten ver sus ojos pequeños, y algunos registros documentales pueden dar indicios de su mirada, pero solamente aquellos que estuvieron frente a él, pudieron describir el poder oculto y maléfico en el rostro de ese hombre, que fue padre de cuatro hijos y mandó a la muerte a decenas de miles de niños en sus programas de aniquilamiento.

Reinhard Heydrich fue uno de los primeros jóvenes ambiciosos que escuchó el canto de sirenas del nazismo, cuando en la República de Weimar había más de seis millones de desocupados y un proceso inflacionario galopante. Y en ese canto, que muchos quisieron escuchar, especialmente terratenientes y poderosos industriales temerosos del marxismo, se oía que los causantes de la destrucción del país eran los judíos, marxistas y jesuitas. La carrera de Heydrich fue meteórica, con tan solo 26 años Himmler lo destinó a trabajos de inteligencia, y en 1934 se convirtió en jefe del Servicio de Inteligencia de la Gestapo.

Sus tomas de decisiones drásticas y maquiavélicas hicieron que ingresara al círculo más íntimo de Hitler. Heydrich fue visto por su Führer como el hombre adecuado para manejar la Sección Judía, con el propósito de provocar una emigración forzada de los judíos a otros países. Las medidas discriminatorias oficiales habían empezado en abril de 1933, por las que médicos y abogados judíos, al igual que académicos no podían ejercer tareas públicas. Fue el año de la quema de libros en Berlín y en treinta universidades del país. En mayo de 1935, el periódico oficial de los SS dio su apoyo al movimiento sionista, y Heydrich, como jefe del Servicio de Seguridad de los SS, escribió un editorial favoreciendo la construcción del nuevo estado judío de Palestina.

La cuestión judía fue un fundamento político esencial en la ideología nazi. La sociedad fue dividida entre arios y no arios “indeseables”. Antes de la guerra, se habían adoptado 350 medidas anti-judías. Cuando en la Europa Oriental no fue suficiente tenerlos separados en guetos, comenzaron a abrirse campos de concentración. En la Conferencia de Wannsee, que tuvo lugar el 20 de enero de 1942, Heydrich presentó su plan sobre la “Solución Final”: transportar a todos los judíos hacia el este, tarea que estaría a cargo de su lugarteniente Adolf Eichmann, trabajos forzados para aquellos que estuvieran físicamente aptos, y la eliminación de los incapacitados para ejercer labores. Para estos últimos, fueron creados campos de exterminio industrial. Al campo de Auschwitz-Birkeneau, se sumaron el de Chelmmo, Belzec, Sobibor, Treblinka y Majdanek, todos en territorio polaco.

Desde 1939, la región de Bohemia y Moravia se encontraba ocupada por Alemania, que desde el inicio de la guerra había convertido el territorio checo en una de las plazas más importantes para el abastecimiento de alimentos agrícolas y la producción industrial de apoyo a la maquinaria bélica germana. Si bien una gran minoría alemana vivía en la región, y otra minoría checa aceptaba al invasor, el pueblo checo, la mayoría, detestaba el maltrato de su país vecino lo que se evidenciaba en importantes caídas en la producción. Una mano dura como la de Heydrich podía poner las cosas en orden. Llegó a Praga con el título de protector de Bohemia y Moravia. Desde esa posición mandó 90 mil judíos a la muerte, y en poco tiempo sembró el terror.

Mientras, en Inglaterra, Churchill y el presidente checo en el exilio crearon un ejército secreto, entrenado por la Special Operations Executive. Del grupo de jóvenes, de la no tan antigua Checoslovaquia, fueron seleccionados el sargento eslovaco Jozef Gabcik de 30 años, y el soldado checo Jan Kubis de 29. Estos dos agentes, que descendieron en paracaídas el 8 de diciembre de 1941, en cercanías de la ciudad de Pilsen para reunirse luego con miembros de la resistencia, planificaron el asesinato de Heydrich durante varios meses. Cada mañana, el jerarca nazi recorría en un auto Mercedes Benz descapotable los 24 kms. que lo separaban del castillo donde vivía a la ciudad de Praga. El 27 de mayo de 1942, Jan Kubis y Joseph Gabcik, lo esperaban en una de las calles. Gabcik tenía, oculto bajo el impermeable, un fusil Sten. Kubis, llevaba una granada de mano dentro de un portafolios. Cuando el automóvil bajó la velocidad en el lugar estudiado por los agentes, el sargento Gabcik se posicionó frente al móvil y trató de disparar pero el arma se trabó, y Heydrich y su chofer desenfundaron sus pistolas, pero en ese momento explotó la bomba que Kubis alcanzó a tirar bajo una de las ruedas, dejando mal herido a Heydrich, quien murió ocho días después por un proceso infeccioso causado por las partículas de metal y los pedazos de ropa y cojín del auto, que penetraron en su cuerpo.

Imágenes documentales muestran a miles de personas llorando al paso del féretro por las calles de Praga, cuando iba a ser trasladado a Berlín para los funerales. Fueron los días en que los nazis necesitaron de la delación más que nunca, hasta ofrecieron un millón de marcos para quien aportara datos. Los noticieros en los cines mostraban permanentemente la bicicleta, el portafolios y el impermeable, piezas que abandonaron los atacantes en su huida. La represalia por Heydrich costó más de 1.300 vidas. El 10 de junio, las fuerzas alemanas cerraron todas las salidas del pueblo de Lídice, todos los varones mayores de 15 años fueron fusilados en el lugar y las mujeres y niños destinados a campos de concentración. Del poblado no quedó una sola piedra en pie.

Una semana después, el 18 de junio, fuerzas del ejército y policiales del nazismo, rodearon la antiquísima iglesia ortodoxa de San Cirilo y Metodio de Praga. Nunca hubo información demasiado clara de cómo la policía nazi encontró el escondite de la resistencia en la cripta subterránea de la iglesia catedralicia. Fue un combate de varias horas, Kubis murió desangrado y Gabcik se suicidó antes de ser atrapado. Sus cabezas fueron seccionadas. Se dice que hubo un entregador que era miembro de la resistencia, un hombre que creyó que se iban a terminar las ejecuciones si encontraban a los autores del atentado. El Tercer Reich no tardó en sacar una estampilla de correos para sus territorios con el perfil de Heydrich, con los ojos cerrados y caracterizado como un césar romano, curiosidades hoy para un coleccionista. Sin embargo, en el mundo entero hay plazas, calles y personas que llevan el nombre de Lídice, para honrar la memoria de un pueblo víctima de las aberraciones de las bestias.

 

Artículo de Jorge Luis Scherer-periodista,profesor de literatura y cine- para Ultracine.

 

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