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Premios relativamente previsibles y buen nivel de varios documentales caracterizaron a la vigésima edición del BAFICI

La 20° edición del BAFICI acaba de concluir con el anuncio el sábado 21 de los premios en las diversas secciones del Festival. No hubo demasiadas sorpresas con los ganadores de las secciones Internacional y Argentina, asignados a realizadores con larga trayectoria en el evento.

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Ya en nota anterior se había señalado que “La flor” de Mariano Llinás era clara candidata al premio mayor del BAFICI y también que la película, de desmesurada longitud (catorce horas), era difícilmente equiparable al resto de la selección de la competencia oficial internacional. Habiendo sólo visto una pequeña parte del film, este cronista no puede juzgar totalmente el merecimiento del premio. No obstante, mantiene su opinión de que resulta cuestionable la realización de una obra de tan extensa duración, que quizás daba mejor para una miniserie.

En la competencia oficial argentina ganó “Las hijas del fuego” de Agustina Carri, otra “abonada” al Festival cuya nueva película provocó cuestionamientos de parte importante de la crítica. También recibieron premios no oficiales merecidos dos documentales: “Foto Estudio Luisita” y “Esto no es un golpe”, comentados más adelante.

En la competencia oficial latinoamericana curiosamente, sobre once largometrajes, tres eran de Bolivia (dos en coproducción) y dos de estoas se llevaron los premios mayores. Como mejor película fue elegida “Averno” de Marcos Loayza (“”Escrito en el agua”), mientras que el mejor director fue Mauricio Alfredo Ovando, cuyo documental “Algo quema” será objeto de un análisis más detallado seguidamente.

 

Siete buenos documentales

documentalesSi algo caracterizó al BAFICI este año, pero también a varias ediciones anteriores, fue la profusión y calidad de varios de los documentales presentados. A continuación los comentarios y recomendaciones de siete de estas producciones, presentadas en distintas secciones del Festival.

“Esto no es un golpe” de Sergio Wolf (“Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, junto a Lorena Muñoz), es un notable testimonio del primer alzamiento de los Carapintadas, durante la Semana Santa de 1987. Wolf aborda el evento con un estilo que recuerda al thriller y que se puede comparar con las películas del estadounidense Michael Moore. El film es en cierto sentido un análisis (equilibrado) del gobierno de Raúl Alfonsín, donde se rescata su valiente actitud frente a Aldo Rico. Este último es entrevistado por Wolf, lo que valoriza al documental, negando que su accionar fuese golpista (de allí el título de la película). Pero también hay un análisis crítico de la “Ley de punto final y obediencia debida”, aunque se rescate al Presidente Alfonsín con sus famosas palabras, deseando Felices Pascuas y afirmando que “la casa está en orden”.

Al igual que la anterior, “Foto Estudio Luisita”, de las debutantes Sol Miraglia y Hugo Manso, recibió premio no oficial, en verdad varios, incluyendo una mención de la Asociación de Cronistas de Cine. Nacidas en Colombia, Luisa Escarria (junto a sus dos hermanas) eran las dueñas del  estudio fotográfico, cuya especialidad eran los teatros de revistas. Por allí pasaron Marrone, Don Pelelé y muchos otros, siendo extremadamente valioso el testimonio de Amelita Vargas, quien acaba de cumplir 90 años y a quien se la ve en su visita reciente a la casa de Luisita.

“Algo quema” de Mauricio Alfredo Ovando, ganó merecidamente el premio a mejor director de la sección latinoamericana. Es nieto del general Alfredo Ovando Candia, presidente de Bolivia en las décadas del ’60 y ’70, que junto al general Barrientos derrocó al gobierno de Víctor Paz Estenssoro. Las numerosas entrevistas a familiares, incluyendo a su abuela Elsa, no despejan las dudas que el realizador esboza sobre la responsabilidad de su abuelo en la matanza de San Juan y la muerte del general Barrientos.

“Viaje a los pueblos fumigados”, de Fernando “Pino” Solanas, es el octavo documental que el realizador de “Las horas de los hornos” viene filmando sobre temas de la realidad argentina. En este caso y con más nivel que en producciones anteriores se refiere a los agroquímicos y a la “sojización” de los campos y sus consecuencias negativas en la salud de las poblaciones en diversos puntos del país (Salta, Mar del Plata, la provincia de Santa Fe). Lo más interesante son las entrevistas que el propio Pino realiza a investigadores y especialistas del campo, como sustento de sus acusaciones.

Con la presencia de José Martínez Suárez, las directoras Mariana Scarone y Betina Casanova presentaron “Soy lo que quise ser, historia de un joven de 90”. Parte de la filmación fue en una confitería, en la que quien aquí escribe participó, Se repasa la filmografía de José con grandes películas como “Dar la cara” y “Los muchachos de antes no usaban arsénico” y se lo muestra junto a figuras que él dirigió como Dora Baret, Pablo Moret y amigos como Manuel Antín y Fernando Martín Peña. L apelíucla además nos hace descubrir una faceta poco conocida de Martínez Suárez: sus inclinaciones musicales en el célebre Bar Tortoni.

“Hitler’s Hollywood: German Cinema in the Age of Propaganda 1933-1945”, de Rudiger Suchsland permite descubrir a figuras, no todas célebres, de la cinematografía alemana en la época del nazismo. El énfasis está puesto en Josef Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, mostrándose además imágenes de Leni Riefenstahl y sus más famosos films (“El triunfo de la voluntad” y “Olympia”).

“Victory Day” de Sergei Loznitza posee puntos en común con “Austerlitz” (19° BAFICI), donde el realizador de Bielorrusia posaba su cámara en el campo de concentración de Sachsenhausen.  Ahora lo hace en el Treptower Park de Berlin, donde se celebra cada año, el 9 de mayo, el “Día de la victoria” de los aliados contra el nazismo. El gran mérito de esta nueva producción, que incluso supera, a la antes citada es que logra que el espectador se sienta parte del público asistente. Este es en su mayoría de origen ruso y de otras repúblicas de la ex URSS, siendo notable la banda sonora con famosas canciones como “Kalinka” y “Katyusha”, que los entusiastas visitantes entonan e incluso bailan.

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