Actualidad, Argentina

Entrevista: Julia Solomonoff y su film «Nadie nos Mira»

Ultracine habló en exclusiva con Julia Solomonoff, la directora y productora de este filme que contó con un equipo multinacional delante y detrás de cámaras.

La tarea que emprendió Julia Solomonoff a la hora de armar su tercer largometraje no era sencilla.

Su ópera prima»Hermanas» es muy distinta de «El útimo verano de la Boyita». Y ambas lo son con respecto a su nuevo estreno, «Nadie nos mira«.

Este filme es una producción atípica por donde se la mire: una película argentina con fuerte impronta latina, filmada en Nueva York con actores de distintas razas y nacionalidades, y un mínimo de siete países involucrados en la producción.

Hablamos extensamente con ella sobre el proceso de realizar una película industrial de manera guerrillera con un equipo multinacional.

Nadie Nos Mira de Julia Solomonoff

La co-producción oficial fue entre Argentina, Brasil y Colombia. Con grandes aportes de España, Estados Unidos y Francia.

El desarrollo

Ultracine: Pasaron 8 años de tu ultima película. ¿Cómo llegaste a desarrollar este proyecto?
Julia Solomonoff: Primero estuve trabajando un tiempo en canal Encuentro, hice para ellos una serie de 12 capítulos documentales sobre el río Paraná. Y ahí me surgió  la oportunidad de mudarme a Nueva York a dar clases y la mudanza, luego la maternidad de dos hijos además de mi trabajo docente y catedrático y con eso estuve los años siguientes.

Ultracine: ¿Qué te llevó mudarte a Estados Unidos?

J.S: Me dediqué muy intensamente a la docencia en la New York University y en Columbia, en programas de pos-grado que son muy exigentes. Y también me involucré más en la producción. Me sirvió mucho producir a otros directores. Pude conocer perspectivas de otras maneras de dirigir. Produje dos películas de Julia Murat, una directora brasilera; y estuve asociada a «La tercera orilla» de Celina Murga. También fui parte de «Zama», de Lucrecia Martel.

Ultracine: ¿Y cómo empezó el proyecto de «Nadie nos mira«?

J.S: A esta película la vengo pensando desde hace unos cinco años. Fue un armado muy complejo. Empecé a escribir el guión y recibí un apoyo del Tribeca Film Institute, un dinero para desarrollo.Era una película difícil de plantear. Una película con una mirada argentina y latinoamericana pero en Estados Unidos, y toda filmada en Norteamérica pero con cabezas de equipo argentinos.

La producción

Ultracine: ¿Cómo está formada la producción?

J.S: Es un 50% de producción argentina, y un 50% repartido entre los demás países, primordialmente Brasil y Colombia. Argentina, Brasil y Colombia es la coproducción oficial y fueron quienes aportaron los montos más importantes. Pero hubo muchos otros inversores. Fueron muchos pequeños aportes de inversores privados: de España, de Estados Unidos, y de los distribuidores de mi película anterior en Francia.

Ultracine: ¿Tuviste requisitos especiales al haber tantos fondos iberoamericanos y extranjeros participando en la producción?

J.S: Para el fondo colombiano pidieron que hubiera una cantidad determinada de actores y técnicos oriundos de Colombia. Lo mismo de Brasil: una editora fue brasilera; y una actriz, además de otros pequeños roles fueron brasileros, y con eso pudimos cumplir. También tuvimos el apoyo de Ibermedia, que aunque no filmábamos en un país iberoamericano, si aplicábamos al requisito de que, mínimo, el 50% de los diálogos estuvieran en castellano. Hicimos los cálculos (ya que hay diálogos tanto en inglés como en español) y al ver que entrábamos en el porcentaje pudimos aplicar y fue fundamental. Todos entendieron que esta era una película latina, pero filmada en Nueva York.

En la película, Guillermo Pfening interpreta a un popular actor de telenovelas argentino que queda varado en Nueva York trabajando de mozo y de niñero mientras intenta abrirse camino en el mercado audiovisual norteamericano. Solomonoff eligió Nueva York para filmar por varios motivos. Entre ellos, porque la directora lleva años viviendo en esa ciudad.

Directora y productora

Ultracine: ¿Qué presupuesto terminaron manejando?

J.S: La película, más allá del despliegue, fue muy de guerrilla y de bajo costo para una producción de este tipo en Estados Unidos. El costo final ascendió a 900.000 dólares, aunque era menor en etapa de producción. Costó lo mismo casi que si hubiéramos filmado en Buenos Aires.

 

Ultracine: ¿Y cómo equilibraste tu trabajo de directora con el de productora?
J.S: Lo bueno de mi experiencia como productora es que armás una red de contactos más grandes y además dejas de tomarte tan personal las negativas de los demás. Entendés el perfil del otro, que cada financista, festival, productor, tiene su perfil. Cuando uno se despega un poco de la mirada del otro perdés timidez al no tomártelo personal. Es muy interesante poder ver las cosas desde ese lugar. Entender que hay un mercado y hay perfiles editoriales y es responsabilidad de uno entender quien es el otro.

Ultracine: ¿Y qué parte de la producción se hizo en Argentina?

J.S: En Argentina se filmó una semana y media; y toda la edición y post-producción se hizo en Argentina. Por eso llevó prácticamente un año de post-producción, porque yo podía venir en ciertos huecos desde Nueva York, pero fue fabuloso el trabajo que hicieron acá. Esta película era muy difícil de editar: tiene muchas capas, tres historias distintas que se van alternando con el mismo personaje y al mismo tiempo con un gran ritmo. El trabajo de edición era importantísimo.

Filmando en Nueva York

Ultracine: ¿Qué fue lo más complejo de filmar en Estados Unidos?

J.S: El problema mayor era financiero. Era una película argentina con financiamiento del INCAA, pero en una época en la que no podías sacar dinero de Argentina. Y para el rodaje necesitábamos dinero cash para filmar en Nueva York. Hicimos varias cosas: apelamos a un fondo de la ciudad que establece que cuando vos filmás el 75 por ciento de una película en Nueva York, te devuelven hasta el 30% de la
inversión gastada en la ciudad. Eso fue muy importante. Ahí fue donde entró nuestro productor e inversor norteamericano. También fue fundamental que el premio de Proimagen de Colombia, y el de
Brasil, eran fondos públicos pero que se podían gastar en un buen porcentaje fuera de esos países. Con eso pudimos avanzar en el rodaje.

Fue una coordinación financiera importante, ya que filmamos en Estados Unidos, pero la plata que venía de Argentina, Brasil y Colombia iba cambiando ya que esos países iban devaluando mucho en estos años. Había dinero en euros que se aportaban de Europa y había que convertir.

Ultracine: ¿Qué diferencias encontrás entre rodaje y los que hiciste en Argentina?
J.S: Allá hay una manera súper industrial de filmar que a mi no me interesa, con decenas de camiones en la calle, catering con sushi. Cosa que acá no había. Pero al ser la productora ejecutiva,
pude elegir a todos en mi equipo: un equipo muy chico y poder salir con ellos a la calle a filmar.

En Estados Unidos hay una nueva ley y ahora podes filmar a la gente en la calle sin permisos ni nada, y eso nos da una diversidad de colores y de gente que no hay presupuesto que pudiera pagar eso.

Filmación guerrilla

Ultracine: Para eso usaste un equipo más reducido de lo usual al momento de filmar, ¿no?

J.S: Si. Es que reproducir el movimiento de las calles en Nueva York es muy difícil si no lo captas naturalmente pero tenes que ir de manera más guerrilla. Salvo los niños, que a ellos sí tenes que filmarlos con permiso. Hicimos un film camp, estuvieron mis hijos y sus amigos y todos participaron de la película.

Ultracine: ¿Qué ventajas tuviste al filmar en una ciudad en la que llevás años viviendo?

J.S: La principal ventaja fue que usé muchas cosas de conocidos que fui haciendo o de amigos y familia argentina que tengo allá. Uno de los bares donde filmamos era de un amigo; la casa de uno de los protagonistas era de una amiga. Un bar me lo dieron de onda para filmar, y a «Girls» le cobraron US$ 1.500 dolares la hora. La oficina de mi hermana, que es arquitecta, la usamos como tres locaciones distintas. Hubo mucho de eso que ayudó muchísimo a la producción.

Ultracine: ¿No hizo ruido en ningún momento tener tantas nacionalidades involucradas?

J.S: No, porque la historia de la película lo permitía. 40 por ciento de la gente que vive en Nueva York son extranjeros. No ya segunda generación, nacidos en nueva york. Hay mucha gente en
tránsito viviendo en Nueva York, eso es lo que la película muestra y me parecía que era un plus tener a toda esa gente delante y detrás de cámara.

El recorrido internacional

Ultracine: ¿La película tiene distribución asegurada en los países de donde hubo productores?

J.S: Bueno, el hecho de tener tantos países involucrados facilita la distribución. Aunque, claro, nada garantiza nada. Algo que aprendí de mis experiencias anteriores, fue que, salvo las que tienen fondos nacionales, no entregamos territorios a los productores. Armamos la producción para que cada uno tenga un porcentaje de todos los países.

Ultracine: ¿Cuál es la mayor ventaja que encontrás de armar una producción tan repartida entre tantos países y productores?

J.S: La principal es que gracias a la coproducción, la película tiene asegurado que alguien va a haber en esos países defendiéndola y a su distribución. Y eso es un plus muy importante. A los norteamericanos les encanta ser dueño de la pelota y no entienden porqué repartís la producción entre siete. Yo no tengo esa cultura. Acá es como ¡que bueno, siete países!, y allá no lo entienden.

Ultracine: La temática es más actual ahora con todos los principales países del mundo en boga por la inmigración.

J.S: La película salió en el momento oportuno. Si hubiera salido el año pasado no hubiera tenido el impacto que tiene hoy con respecto al tratamiento de la inmigración en Estados Unidos.