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Costa-Gavras: Paradigma del cine político

Por Jorge Luis Scherer.

costagavras

Durante la convulsionada década del 70, los que tenían la suerte de ver sus películas, esquivando las prohibiciones, se les abrían los ojos y los oídos como nunca. “Z” (1969), esa tragedia griega sobre el mundo moderno, fue el primero de sus filmes en contar una historia sobre la degradación de los poderes del Estado, la violencia política y la condición humana. Su siguiente realización de cine testimonial fue “La Confesión” (1970), una crítica severa al Partido Comunista checoslovaco en tiempos en que Stalin era también amo y señor más allá de las fronteras soviéticas, con purgas despiadadas ordenadas desde Moscú. En “Estado de sitio” (1972) y “Desaparecido” (1982), se metió en el corazón de Latinoamérica, en el primero con la lucha guerrillera de “Tupamaros” en Uruguay, y la intervención de los servicios de inteligencia norteamericanos; y en el siguiente, “Desaparecido”, con los crímenes de Pinochet en Chile tras el golpe de estado, y otra vez la participación de Estados Unidos, con algo más que apoyo logístico. En “Sección Especial” (1975) se fue hasta el indigno y corrompido gobierno de Vichy, durante la ocupación alemana en Francia, y con “Amen.”(2002) se adentró en el silencio del Vaticano – durante la Segunda Guerra Mundial – cuando el nazismo ponía en práctica los campos de exterminio, y coloca en la figura real de un oficial alemán de las SS, el modelo contra la “obediencia debida”, cuando la orden impartida atenta contra los principios éticos y morales. “Mucho más que un crimen” (1989), es un thriller político que deja al descubierto como muchos criminales de guerra se escondieron en la paz de otras tierras (especialmente Estados Unidos, Brasil, Argentina. Chile y Paraguay) e intentaron parecer buenos ciudadanos. En “La Corporación” (2005) y “El Capital” (2012), su última película, se introduce en el mundo contemporáneo, tan cruel y sanguinario como los del siglo XX, esta vez los temas son la desocupación, la competencia feroz, la iniquidad de los banqueros, y los estados financistas y corruptos. Hoy, el griego –francés Constantin Costa-Gavra, tiene 83 años y hace cuatro que no filma, y se lo extraña, es de esas voces necesarias para reflexionar, para dejar al desnudo las historias de infamia de nuestro mundo. Algunos han creído que esta faceta de Costa-Gavras de querer dar testimonio lo eclipsó como realizador, indudablemente un argumento poco serio para un hombre de notables calidades artísticas, aunque abunde en temas tan desgarradores como los grabados de Goya en “Los desastres de la guerra”.

Una sociedad de ideas y gran amistad con Jorge Semprún

"Z".

«Z».

Cuando se conocieron en la casa de campo de la pareja Ives Montand y Simone Signoret, ese hombre silencioso, que se declaraba comunista y que había escapado de la España de Franco, estaba a punto de publicar su primer libro. Cuando Costa-Gavras leyó “El largo viaje”, donde cuenta que fue detenido y deportado a un campo de concentración, después de combatir en la resistencia francesa durante la ocupación nazi, supo que ese tal Jorge Semprún era mucho más que un gran escritor y que podía ayudarlo en sus planes cinematográficos para denunciar la opresión, el crimen y el militarismo en el mundo. Alain Resnais, ya había probado a Semprún como guionista con “La guerra ha terminado” (1966). “Z” (1969) fue el primer trabajo que hicieron juntos, guionista y director adaptaron la novela de Vassili Vassilikos, basada en hechos reales sobre el asesinato del médico y político griego Grigori Lambrakis el 23 de mayo de 1963. Costa-Gavras comienza su historia cuando Lambrakis (interpretado por Yves Montand), fuerte opositor al gobierno, quien había llevado a cabo la primera Marcha Maratónica por la Paz, se encontraba en Salónica participando en un acto público contra la instalación de cohetes Polaris en el territorio de Grecia. Al cruzar la calle, yendo a la reunión por el desarme nuclear, alguien le golpea la cabeza. Pero a la salida, los parapoliciales estaban decididos a todo, un vehículo atropella a Lambrakis y es internado de urgencia. Agoniza durante 100 horas y muere. La autopsia determina que el choque no fue la causa de la muerte, sino que fue golpeado en la cabeza con un elemento contundente. Costa-Gavras y Semprún, se detienen en la actividad del juez Sartsetakis, (Jean-Louis Trintignant), quien investiga el siniestro plan político. Tras el golpe de estado en Grecia en 1967, Sartsetakis fue detenido y encarcelado.

Al año siguiente de “Z”, Costa-Gavras y Jorge Semprún estrenan “La Confesión” (1970). Semprún, había sido expulsado en 1964 del Partido Comunista español, pero con él se llevó el conocimiento y la crítica más feroz sobre la época estalinista y la de sus seguidores. “La Confesión”, está basada en los libros de Artur y Lise London, miembros del PC checoslovaco que sufrieron las purgas de 1952, conocidas como el Proceso de Praga. Ives Montand, que interpreta a Gérard, un importante funcionario del gobierno y miembro del Partido Comunista Checoslovaco, con un notable historial de excombatiente republicano en la Guerra Civil Española, es secuestrado por agentes del PC en una nueva etapa de purgas hacia aquellos que se han aburguesado y son sospechosos de trato con espías norteamericanos. Torturado durante meses, lo mismo le sucede a sus compañeros, termina incriminándose y firmando confesiones falsas para no padecer más el dolor físico y mental, con simulacros de ahorcamiento, y otros métodos alienantes. El Consejo Superior condena a muerte a los acusados, pero al morir Stalin, los que no fueron ejecutados obtienen una rehabilitación en 1956. Gérald vuelve con su esposa Lise (papel a cargo de Simone Signoret) que había sido despojada de su casa y llevada a trabajar a una fábrica, y ambos escriben sobre la cruel época vivida durante el dominio político del PC. sobre el Estado. Buscan publicarlo en ese gran momento de liberalización política conocido como la Primavera de Praga, pero el buen tiempo duró solamente ocho meses, los tanques de la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia, volvieron a invadir las libertades.

“Sección Especial” (1975) es el tercero y último trabajo de Semprún en el cine de su amigo Costa-Gavras. El filme está basado en la novela de Hervé Villeré y es una crítica punzante al gobierno de Vichi en 1941, y al corrompido sistema judicial durante la ocupación nazi Es más que sabido que el mariscal Petain, héroe militar del pasado de Francia, rindió pleitesías a los invasores alemanes, pero uno de los actos más infames de ese gobierno y el poder judicial, fue la de aprobar una ley con facultades retroactivas, para hacer ejecuciones que complacerían a los dirigentes nazis en Francia. El asesinato de un oficial de la marina germana por hombres de la resistencia, originó gran temor por las represalias que podían tomar las fuerzas de ocupación, por lo que se decidió formar una “sección especial” que juzgaría y condenaría en forma sumarísima a ciudadanos franceses. Al no poder detener a los autores del crimen, se saco de urgencia una ley retroactiva que permitía que convictos sentenciados por diversos actos- ninguno lo era por asesinato – volvieran a ser enjuiciados por lo que ya habían sido juzgados y condenados. Y como esto era una gran confabulación, los magistrados dictaminaban la pena de muerte. Estos chivos expiatorios debían ser seis, para compensar el asesinato del oficial alemán, y la “sección especial”, conjuntamente con el ministro de justicia, seleccionaron a cuatro comunistas y dos judíos, de esa manera conformarían a los nazis. Las dudas de uno de los cinco miembros del tribunal para dictaminar las condenas a muerte, y el alegato que hace uno de los convictos, un periodista de L”Humanite que no sólo los denuncia por sumisión a los nazis, sino que les dice en sus caras que si Alemania llega a perder la guerra “ustedes, los jueces, van a estar en el banquillo de los acusados”, hacen que Costa-Gavras cierre este filme reflexivo sobre una historia de infamia.

Los ojos en Latinoamérica

"Estado de sitio".

«Estado de sitio».

“Estado de Sitio”: El músico Mikis Theodorakis, que había compuesto una estupenda banda para “Z”, vuelve aquí a trabajar con Costa-Gavras y le da a la película, con interpretaciones del grupo Los Calchakis, un sentimiento revolucionario en el acompañamiento de las secuencias. Los temas: Pueblo en lucha, América insurrecta, Estado de sitio, Tupamaros y otros, hacen cobrar vigor en el espectador desde las primera secuencias del filme, que muestran un operativo gigantesco del ejército y la policía en una zona suburbana. La cámara movediza da la sensación de imágenes documentales. Las secuencias van a cambiar pero durante 25 minutos no va a existir ningún diálogo y la música va a tener un primer plano hasta el secuestro del agente norteamericano Philip M. Sartore por parte de un grupo del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Corría 1970, cuando estos jóvenes, la mayoría de ideología izquierdista, contrarios al gobierno autoritario del presidente uruguayo Jorge Pacheco Areco, decidieron secuestrar a este miembro de la CIA que se presentaba como un experto en comunicaciones, cuando en realidad era un maestro en técnicas avanzadas de contrainsurgencia. En la película, Sartore que se muestra como un padre amoroso, (es interpretado por Yves Montand), en la vida real se trataba de Dan Mitrioni, conocido como asesor en temas de tortura con electrosocks, técnica para que los detenidos no fallecieran en el proceso de confesiones, había actuado como asesor policial en Belo Horizonte y en Santo Domingo, antes de instruir a las fuerzas policiales de Uruguay. Paralelamente a la captura de Sartore, los Tupamaros realizaron otros tres secuestros, dos funcionarios norteamericanos, uno de la embajada de EE.UU, y otro del ministerio de Agricultura, el tercer detenido era el embajador del Brasil. Al no pactar el gobierno con los requerimientos de Tupamaros, consistente en la liberación de un número preciso de presos políticos, miembros del grupo de Liberación Nacional decidieron dejar en libertad a todos menos a Sartore, quien fue sentenciado a muerte a pesar de las consecuencias en la imagen internacional que eso traería. La ejecución se cumplió y el cadáver de Sartore, como Mitrioni en la vida real, apareció en un cadillac estacionado en una calle de Montevideo.

El guión fue realizado por el italiano Franco Solinas, y la película fue filmada en Chile, durante el gobierno de Salvador Allende. Además de Yves Montand, en los créditos principales se encuentra Renato Salvatori, como un temible jefe policial y el veterano O.E. Hasse que interpreta al periodista Carlos Duca, seguramente se ha recreado con este papel a Carlos Quijano, quien fuera director del prestigioso semanario oriental “Marcha”, que sufrió la clausura en 1974 y que su creador tuviera que exiliarse en México.

La película cuenta con escenas verdaderamente memorables, como la que va dando cuenta del historial de cada ministro cuando van arribando a la casa de gobierno, convocados por el presidente Pacheco. Una voz en off va mencionando el nombre de cada uno, la cartera que representa y su poder económico, las miles de hectáreas que poseen, las industrias de su propiedad, y la conducción en empresas norteamericanas. Solamente el ministro del Interior, un militar de alto rango, no aparece como propietario, la voz en off, da cuenta de que su función es la de proteger a los otros ministros.

En el final, como en la secuencia inicial, con la llegada de Sartore al aeropuerto de Carrasco, de la escalerilla desciende otro agente norteamericano, seguramente un reemplazo con las mismas aptitudes inmorales que el anterior.

En 1973, el cineasta Octavio Getino, a cargo del Ente de Calificación, autorizó su exhibición.

“Desaparecido” («Missing») Tuvo recaudaciones extraordinarias en muchísimos países. En la Argentina, el Ente de Calificación Cinematográfica demoró algunos meses en otorgar el permiso de exhibición, pero terminó estrenándose en noviembre de 1982. Ese mismo año, la reposición de “Z” había pasado por una etapa de suspensiones antes de su aprobación. Estas cosas sucedían hasta que la democracia se asentó y supo respirar los aires de libertad.

"Desaparecido".

«Desaparecido».

“Desaparecido”, fue una de las grandes películas de Costa-Gavras, y tuvo el sello de la Universal norteamericana, y eso que en el filme no se escatimaron críticas a la actuación del país del norte en la caída del gobierno socialista de Salvado Allende. El guión de Donald Stewart y Costa-Gavras parte del libro que Ed Horman, que narra la desaparición de su hijo Charles Horman en Chile pocos días después del golpe sanguinario de Pinochet.

El joven Charles Horman, periodista antifascista, (interpretado por John Sea) se encuentra trabajando en Chile cuando, en una visita a Viña del Mar, se produce el golpe de estado. Como no es aconsejable salir del lugar durante las primeras horas, encuentra en el hotel donde se hospeda a militares norteamericanos y agentes de la CIA, que no tienen inconvenientes de hacerlo participar en reuniones sociales por ser un joven connacional. Cuando regresa a Santiago, le cuenta a su esposa (Sissy Spacek) de su convencimiento que los agentes y militares norteamericanos de Viña del Mar fueron los impulsores del golpe a Salvador Allende. La mujer lo convence para marcharse de Chile, pero una tarde Charles es levantado de su casa por el ejército y desaparece. Tal vez el punto más interesante de la película, es la transformación que va a sufrir el padre de Charles, que viaja desde los Estados Unidos a Chile para conocer el paradero de su hijo. El padre ( una gran actuación de Jack Lemmon) es un empresario conservador, desconfiado de las ideas socialistas de su hijo. En un pasaje, le dice a su nuera:”No quiero tu paranoia anticapitalista, creo que mi hijo está escondido”. Pero, al ver que el consulado y la embajada norteamericana solamente aparentaban estar averiguando y tratan de confundirlo con mentiras, inicia su propia investigación. La visita a amigos y conocidos de Charles, le llevan a cambiar el concepto que tenía sobre su hijo, ese vago que él conocía, trabajaba sin parar por la comunidad, era un idealista querido por todos. Después de mucho andar encuentra el cadáver de su hijo, quien fue torturado antes de ser asesinado. La embajada norteamericana tardó siete meses en despacharlo a los Estados Unidos, para que no sean identificables las marcas de la tortura. El padre de Charles Horman presentó una querella contra once funcionarios del gobierno norteamericano, acusándolos de complicidad en la muerte. La querella no prosperó por falta de pruebas. En abril de 1982, Nathaniel Davis, quien fuera embajador de Estados Unidos en Chile durante 1971 a 1973, hizo una réplica a la denuncia que hace Costa-Gavras en “Desaparecido”, alegando que Washington no autorizó el asesinato del joven Charles Horman y que la CIA y militares norteamericanos no participaron en el golpe de Estado. El padre de Charles Horman, el desaparecido, continuó diciendo que su gobierno se ha burlado de los derechos humanos. Sin embargo, más allá de algunas políticas dañinas de los gobiernos, el sistema democrático prevalece. “Missing”de Costa-Gavras, fue un éxito en los Estados Unidos.

Agitando Conciencias

"Amén".

«Amén».

“Amén” (2002)

En julio de 1945, en una prisión parisina, apareció ahorcado en su celda el oficial de las SS hitlerianas Kurt Gerstein, quien se había entregado a los aliados pocos meses atrás, cuando Alemania estaba en franca derrota. El informe y la documentación que Gerstein entregó a las fuerzas aliadas, fue de vital importancia para reconstruir el tremendo genocidio en los campos de exterminio de Polonia. Pero mucho antes de ese informe, varios testimonios dieron cuenta del esfuerzo de Gerstein, arriesgando su vida y la de su familia, para contar las atrocidades que veía por su trabajo. Sin embargo, los tribunales dijeron que en lugar de involucrarse debería haber abandonado las SS, y lo condenaron. Su memoria y honra fue rehabilitada en 1965.

Tomando como base estos hechos verídicos, y la revolucionaria y muy difundida obra dramática de denuncia, “El Vicario”(1963) del germano Rolf Hochhuth, Costa-Gavras, construye “Amén. ”, una película acusatoria a la indiferencia y el silencio del Papa Pío XII, y a varias naciones que también callaron cuando en los campos de exterminio nazi morían como moscas millones de personas. El oficial Kurt Gerstein (interpretado por Ulrich Tukur, en este filme testimonial), se entrevista con diplomáticos de países, con la comunidad protestante, y con el nuncio apostólico de la Santa Sede en Berlín, pero nadie le da crédito a sus palabras. ¿Pero qué es lo que Gerstein sabía y quería que el mundo conozca?. Cuando trabajaba en la Wehrmacht, en el Instituto de Sanidad, su función era la depuración del agua en el frente, para las tropas. Pero las SS lo necesitaban para la preparación de los químicos que se utilizarían en las cámaras de gas, de acuerdo al programa de la “solución final”. Es impresionante la secuencia cuando un grupo de oficiales de las SS lo llevan a una de las cámaras en el momento que se realizan las matanzas, desde una mirilla observan, Costa-Gavras en ningún momento muestra que sucede ahí adentro, tampoco se escuchan gritos, solamente se mueven las paredes metálicas por los golpes desesperados. A Gerstein lo hacen mirar, y a partir de ese momento pasará a ser el más ferviente opositor del nazismo, que había abrazo desde su juventud como la salvación de Alemania.

Costa-Gavras introduce entre escenas, como inserts, el permanente pasar de trenes de cargas vaciós, con sus puertas abiertas y que regresan con sus puertas cerradas, repletos de gente: mujeres, niños, ancianos, casi todos judíos, con destino a la muerte. A ese infierno de Dante, va a pasar al lujo del Vaticano, la Santa Sede, repleta de mármoles, cuadros valiosísimos y cardenales comiendo manjares. Para esta descripción y llegar hasta el Papa, en forma muy inteligente, entra en acción un personaje no verídico, el padre jesuita Riccardo Fontana, quien conociendo la historia de Kurt Gerstein, buscará que el santo padre de un mensaje al mundo sobre el holocausto. Previamente, un cardenal asesor del Papa le dice que Hitler es necesario porque es el único que puede vencer a Stalin y librarnos del comunismo. Otro va a decir que el Vaticano es un Estado y hay que preservarlo ¿Salvamos al Vaticano o a los cristianos?, comenta. Cuando llega al Papa, éste le dice que su corazón padece por las víctimas. Ante la indiferencia y el silencio de la Iglesia, el cura Fontana (en excelente labor de Mathieu Kassovitz), se suma a los judíos transportados desde la estación de Roma, y trabajará en los crematorios hasta que su sotana fuera encontrada entre las ropas de los judíos que entraron en las cámaras de gas.

El filme va a terminar con uno de los más sanguinarios oficiales de las SS que llega al Vaticano, y un cardenal lo espera. Le cuenta sobre las cantidades de nazis embarcaron hacia distintos países, “para ud. tenemos un barco que en seis días parte hacia la Argentina”.

En “Escarlata y negro” (1983), el cine había tratado de disculpar la política del Papa Pío XII, a través de la historia de monseñor Hugh O´Flaherty (Gregory Peck), que por su accionar desde el Vaticano, salvó alrededor de 4.000 soldados aliados y algunos judíos cuando el coronel Kapler (Christopher Plummer) los subía a los trenes con destino a los campos de exterminio. La disculpa siempre fue que Alemania podía invadir al frágil estado Vaticano, una teoría muy discutible cuando en su ejército sin armas, de hombres y mujeres, hay miles de millones de fieles, esparcidos por el mundo.

«Mucho más que un Crimen» (Music Box.-1989). Oso de Oro, mejor película Festival de Berlín.

"Mucho más que un crimen".

«Mucho más que un crimen».

El guionista húngaro Joe Eszterhas, que tenía en su haber varios títulos en Norteamérica como escritor de F.I.S.T (1978) de Norman Jewinson, y Flashdance (1983), fue una pieza fundamental al trabajar esta historia junto a Costa-Gavras. No se trata de un hecho verídico, pero le pisa los talones, dado que toma como referencia el caso de John Demjanjuk, un nazi nacido en Ucrania en 1920, que fue acusado de la muerte de 27.900 personas en el campo de exterminio Sobibor, en Polonia. Terminada la guerra emigró y consiguió la ciudadanía estadounidense. En 1983 el gobierno israelí pidió su extradición, fue deportado y enjuiciado, el dictamen la horca. Pero hubo apelaciones y nuevos testigos y salvó el pellejo y en 1993 volvió a Estados Unidos, aunque no pasaría mucho tiempo para que le sacaran la ciudadanía, por mentir en su ingreso al país.

“Muchos más que un crimen”, además de ser un drama de alta intensidad, es también un thriller apasionante. Hay actuaciones memorables como la de Jessica Lange, que interpreta a Anne Talbot, una prestigiosa abogada criminalista de Chicago, y la de Armin Mueller-Stahl, en el papel de Mike Lazlo, un inmigrante húngaro llegado a los Estados Unidos después de la guerra. Hombre orgulloso de su nuevo país, de su hija la abogada Anne, divorciada, pero con un hijo, su nieto, (Lukas Haas) que adora y es su felicidad.

Pero un día, al cuento de hadas se le acaban las páginas, y desde Hungría llegan denuncias a los tribunales norteamericanos, pidiendo la extradición, porque el ciudadano americano Mike Lazlo, había sido reconocido como miembro del Escuadrón de la Muerte, de la Sección Especial de la Gendarmería Húngara, durante el nazismo, y que era conocido por su apodo de Mishka. A los tribunales va a llegar un carnet con su fotografía y firma de su actuación como Gendarme, su hija Anne se ofrece como defensora, confiada absolutamente en su inocencia. Por su parte, Lazlo, acusa de mentiroso al gobierno comunista de Hungría. Pero se van presentando testigos que lo reconocen como el autor de varios crímenes junto a otro de una gran cicatriz en el rostro, que aún no había sido identificado. Cuando surgen nuevos testigos, Anne y el juez de la causa viajan a Budapest, pero se encuentran que el principal declarante ya había identificado a otros hombres como Mishka, por lo que el juez decide anular el testimonio y sobreseer el caso. Pero Anne, teniendo un tiempo para recorrer Budapest, va a visitar a la hermana de un amigo de su padre fallecido en los Estados Unidos, y en la casa ve una fotografía de un hombre con una gran cicatriz en el rostro. Entre las cosas que le llegaron a esta mujer de su hermana fallecido había una tarjeta de empeños, y se la entrega a Anne, para que averigue que hay en ella.

Cuando Anne, de regreso a su país, feliz por haber salvado a su padre, decide ir a la casa de empeños. Una simple caja de música era lo que el hombre de la cicatriz había dejado a cambio de unos pocos dólares, pero un botón que Anne oprimió dejó al descubierto varias fotografías, en algunas de ellas estaba su padre torturando gente. Anne, manda las fotos a quien corresponde, y al otro día son publicadas en los diarios.

Bancos depredadores y la dictadura de los mercados

"El capital".

«El capital».

«El Capital» (2012) es su última realización, en el guión, su gran colaborador fue Jean-Claude Grumberg, con quien había trabajado en “El pequeño apocalipsis”(1993), “Amén.”, y “La Corporación”, también fue importante en “El Capital” la labor de guionista de Karim Boukercha. Un tema nada fácil de adaptar partiendo de la novela de Stéphane Osmont. El actor para el protagónico fue Gad Elmaleh, en el papel del ambicioso Marc Tourneuil.

Al morir el presidente del banco más poderoso de Europa, el Pheneix, el joven Marc Tourneuil, un hábil negociante con los accionistas es puesto en la presidencia pero en forma condicional, no tiene la unanimidad de los poderosos. Sin embargo, quiere un salario elevado, piensa que a menor salario tendría menos respeto. Y así comienza, pisando fuerte. Contrata a un ex policía al que le pregunta si está dispuesto a todo, a lo que le contesta todo lo que sea legal. “Pero si le pidiera algo ilegal” le pregunta Tourneuil, “también estaría dispuesto a todo, pero el precio sería otro”. El flamante presidente lo quiere para que vigile a los accionistas y gerentes, a cualquiera que pueda actuar en su contra.

En su primera reunión de directorio ordena bajar a un 30 por ciento los créditos a las Pymes. Luego va a aceptar por la presión de los accionistas norteamericanos despidos masivos. La idea lo carcome, no por la gravedad de la situación, sino que no puede quedar mal parado al poco tiempo de asumir, la prensa lo fusilaría sin miramientos. Su esposa, una mujer nada ambiciosa, que lee a Mao Tse Tung, le aconseja que el líder chino para hacer la Revolución Cultural utilizó las bases para eliminar a los rivales. Esa idea le resultó genial, hizo una convocatoria masiva, por teleconferencia, con los 104.000 empleados del banco en todo el mundo, y les pidió una evaluación de todo lo actuado en las distintas secciones: si hubo ascensos arbitrarios, acosos sexuales, jefes dictadores, etc. De esta manera tuvo la oportunidad de generar 11 mil despidos, en todos los niveles, y las acciones subieron. Eso le significó a Tourneuil un bono adicional de 2 millones de euros. Mientras, su esposa se niega a comprarse vestidos de Dior para compartir las reuniones con su esposo.

Marc Tourneuil, quien goza de los grandes beneficios de un banco tan poderoso dice que “las grandes fortunas se crearon durante las crisis” y “que el dinero es el amo”. Una top model lo conquista y le produce gastos pero al principio no le molesta, pero ella sin haberse entregado todavía continúa jugando con su desesperación, pero el presidente del banco más importante termina violándola en una limousine.

“El Capital” es una película modelo sobre el mundo moderno, una de las mejores escenas es una reunión familiar en la casa de sus padres, donde un tío le reprocha sus actitudes ante los despidos, a lo que él irónicamente le contesta:”estamos cumpliendo con tus sueños de juventud de la Internacional Socialista, los bancos y las empresas multinacionales no saben de fronteras “. Cuando llegó a a la casa de los padres, en la campiña, una decena de chicos y chicas de la familia jugaban en el parque a la pelota y otros juegos, pero cuando se va, después del almuerzo, todos los chicos están silenciosos, sin comunicarse, jugando con juegos electrónicos que él les trajo de regalo.

En una reunión de accionistas, se define como un Robin Hood moderno, le roba a los pobres para darle a los ricos. Los socios le aplauden a rabiar. Ese es el hombre que necesitan, un hombre que trabaja con la especulación, que interviene en el mercado salvaje, que no le interesa el bien social. Nada más realista que esta película sobre el mundo de hoy.

“La Corporación” (2005)

"La corporación".

«La corporación».

Más allá de su condición de thriller, “La Corporación” es una crítica punzante sobre el desempleo en una Europa donde lo único que interesa es la productividad y no la situación social que se genera con los cambios en el mercado. El protagonista de esta historia es un gerente ejemplar en la industria del papel, pero en determinado momento la empresa necesita echar a 600 de sus empleados y nuestro gerente modelo Bruno Davert (interpretado por José García), está entre ellos, claro, lo van a indemnizar con 15 meses de sueldo, y todos, hasta él mismo, conociendo sus calidades piensa que no tendría inconvenientes de volver pronto al mercado laboral. Pero transcurrieron tres años, en ese tiempo tuvo decenas de entrevistas, pero nadie lo llamó para incorporarlo. Su esposa tuvo que salir a trabajar vendiendo entradas en un cine y haciendo labores de enfermería. Se restringieron los gastos para los hijos. Fue entonces cuando Bruno empezó a estudiar quiénes serían sus competidores directos en caso de que una de las empresas importantes en la producción de papel, como Arcadia, necesitara un gerente de producción. Bruno, hace un listado de sus competidores y los empieza a buscar, uno a uno, para eliminarlos utilizando una pistola antigua de la familia. A veces conversa con quienes serían sus próximas víctimas, obviamente sin dar a conocer su profesión, lo hace con Gérad (Ulrich Tukur) que trabaja en una sastrería, o con otro que tienen que cumplir funciones de camarero en un bar, conversan de cómo la sociedad los está destruyendo. “Estos son tiempos criminales, hemos sido echados en la edad más productiva”.

Con su esposa recurre a terapia para salvar el matrimonio. Bruno le dice que “sin mi trabajo nos soy nada”. Al último que asesina es al gerente de la empresa más grande, Arcadia, y poco después lo llaman para cubrir ese puesto.

Mucho más que medio siglo dedicado al cine

Costa Gavras y Yves Montand presentando "Z" en Cannes.

Costa Gavras y Yves Montand presentando «Z» en Cannes.

En 1958, Costa-Gavras dirigió un interesantísimo corto de cinco minutos titulado “Les rates”, pero pasaron siete años para su primer largometraje, “Los raíles del crimen”( 1965) un muy buen policial, sobre un asesinato en un tren y la búsqueda de los testigos, para eliminarlos. Para este filme consiguió a dos famosos intérpretes, con los que hizo una amistad duradera: Yves Montand y Simone Signoret. Por entonces Montand, toda una figura de la canción francesa, también lo era en el cine, especialmente por su interpretación en “El salario del miedo” (1953) de Clouzot. Cuatro fueron los títulos en que Costa-Gavras lo tuvo como intérprete, incluso en 1970, realizó un documental para la TV, con el título “Yves Montand”. La identificación ideológica-política, entre Costa-Gavras, Montand y Jorge Semprún fue fundamental para la concepción de ese cine vigoroso, revolucionario y humano, que los reunió en “Z”, y “La Confesión”.

La filmografía completa de Costa-Gavras es de 18 largometrajes, dos documentales, dos segmentos en largos, y un cortometraje. En sus últimas declaraciones, dijo que hay muchos temas para hacer películas, pero está buscando una buena historia para su regreso. Acusa a los banqueros y financistas que están llenando el planeta de cada vez más pobres ¿Por qué cada día el mundo entero se despierta pendiente de la angustia o la felicidad de los mercados? ¿Hasta cuándo consentiremos que la política esté sometida a los poderes económicos?”Los políticos ya no tienen el poder, se han dejado dirigir por los economistas”, ha declarado en los últimos años. Sobre la tecnología comentó que el digital cambió la forma no sólo de ver películas, sino también de los pasos de la producción, de la economía de un filme y de la distribución. “Lo que veo como una barbaridad es que hoy se vean películas en un teléfono celular”.

Costa –Gavras asegura que casi todo el cine es político: “Miren un “Rambo”, ¿acaso no lo es?”. “Yo creo que un filme tiene que hablar de la sociedad, de los problemas humanos. Lo único que puede salvar a Europa es la cultura y la educación por encima de la economía.”

Artículo de Jorge Luis Scherer-periodista,profesor de literatura y cine- para Ultracine.

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